David Alonso De la Cruz

sábado, 25 de septiembre de 2010

Hoy más que nunca estoy seguro que la única causa por la que quiero vivir es el AMOR





















En todo este tiempo de mi vida, he podido darme cuenta que hay una minoría de mujeres y hombres que desde pequeños has sido muy "MOVIDOS" EN el sentido de que se dejaban "ENCANDILAR" por la mayoría de chicos(as), seguro porque venían de familas disfuncionales, y carentes de afecto y emotividad paternal o maternal.
En las sociedades actuales y globalizadas los jóvenes u hombres adúltos por lo general quieren encandilar pretendiendo lo que no son, deben tener mucho cuidado, ahora sobre todo cuando hay mujeres solteras y con un hijo de por medio. Se han dado cuenta si ves las noticias; casi cada dos semanas hay descuartizadores amantes celosos y enfermizos que matan a sus convivientes. Yo me pregunto ¿Qué diferencia hay entre estar a la sombra de un hombre que se cree semiDios, o estar a la sombra de una MUJER que se cree DIOSA perfecta?. ¡Igual voy a estar por debajo! ¡Igual voy a sufrir!. Tener una pareja narcisista implica un esfuerzo para mantener el "yo" a flote y no dejarse hundir por la arrogancia del otro. No podemos descartar que la mente saca callos al igual que el cuerpo y que con ayuda del autoengaño podemos ver luz donde hay oscuridad. Algunos optimistas asumen el papel de "reeducadores emocionales" tratando de descentrar al narcisista y reacomodar su ego. Yo no sería tan optimista, pero tú decides.

Amar y no ser amado, dar y no recibir, ser manipulado y sentirse un objeto, son inaceptables si no queremos ser víctimas de un amor enfermizo. Cualquier cosa que afecte nuestra integridad física o psicológica debería quedar por fuera de una relación, e incluso la "ABSTINENCIA" es buena para la salud corporal y espíritual, ya que se ha comprobado que las parejas que llegan castas al matrimonio, son parejas que duran a la perpetuidad, y el respeto es mucho mayor, que en las jóvenes parejas que han tenido relaciones sexuales antes de conocerse emocionalmente. Actualmente en nuestra sociedad se ven muchas mujeres que sólo le sacan hijos a los hombres que tienen cierto status ecónomico, con el fin de vivir como mantenidas a base del "cariño" de un hijo. ¿Y si el amor es mucho? Pues no se trata de cantidad sino de calidad. No importa cuánto te amen, sino cómo lo hagan. Un amor no recíproco es injusto, así tu pareja no pueda vivir sin ti y te necesite como al agua. ¿Puntos medios? No es tan sencillo; a veces nos quedamos en un limbo afectivo sin saber qué hacer.

Entonces nos preguntamos; ¿HASTA DÓNDE NEGOCIAR?

Alguien contaba el caso de un pequeño perro que molestaba a un león recién nacido; lo mordía, lo empujaba, lo perseguía, en fin, le hacía la vida imposible. Lo curioso es que cuando creció el león y se convirtío en un enorme animal que amedrentaba a todo el mundo con su imponente melena y su estruendoso rugido, seguía teniéndole miedo al insignificante perrito. Con sólo verlo a lo lejos, se orinaba del susto. Así son de absurdos e irracionales algunos condicionamientos. A lo mejor, eres un león o una leona que no se da cuenta de que los años han pasado y ya no tienes por qué temerle a quien te dominaba antes.





























































*David José C.-
Para los que quieran contactarme y escribirme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com


*¿Que si me duele? Un poco, te confieso que me heriste a traición, más por fortuna tras el rapto de la ira vino una dulce resignación...
Pasó el acceso. ¿Sufrir? ¿Llorar? ¿Morir? ¿Quién piensa en eso? ¿Qué si me duele?
Sí, me duele un poco, mas no mata el dolor. No tengas miedo.
* - "Luis Gonzaga Urbina".-

viernes, 17 de septiembre de 2010

"Forever young"- Alphaville.

"En el amor se da la paradoja de que dos seres son uno y, no obstante, siguen siendo dos".Eric Fromm.-

















"APRENDIENDO A ENVEJECER"
  1. "CUIDARÁS DE TU PRESENCIA TODOS LOS DÍAS". Viste bien arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Qué más fiesta que la vida!

  2. "NO TE ENCERRARÁS EN TU CASA NI EN TU HABITACIÓN". Nada de jugar al enclaustrado o el preso voluntario. saldrás a la calle y al campo de paseo. El agua estancanda se pudre y la máquina inmóvil se enmohece.

  3. "AMARÁS EL EJERCICIO FÍSICO COMO A TI MISMO". Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de la casa, contra inercia: diligencia.

  4. "EVITARÁS ACTITUDES Y GESTOS DE VIEJO DERRUMBADO". La cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose. ¡No!, que la gente diga un piropo cuando pases.

  5. "NO HABLARÁS DE TU VEJEZ, NI TE QUEJARÁS DE TUS ACHAQUES". Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás. Y te harán el vacio. Nadie quiere estar oyendo historias de hospital. Deja de autollamarte viejo y considerarte enfermo.

  6. "CULTIVATE EN EL OPTIMISMO SOBRE TODAS LAS COSAS". Al mal tiempo buena cara. Se positivo en tus juicios; de buen humor en tus palabras. Siempre de rostro alegre, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce; la vejez no es una cuestión de años sino de estado de ánimo.

  7. "TRATARÁS DE SER ÚTIL A TI MISMO Y A LOS DEMÁS". No eres ni un parásito, ni una rama desgajada volubtariamente del árbol de la vida, bástate hasta te sea posible, y ayuda, ayuda con una sonrisa, con un consejo, con un servicio.

  8. "TRABAJARÁS CON TUS MANOS Y TU MENTE". El trabajo es una terapia infalibre, cualquier actitud laboral, intelectual, artística, es medicina para todos los males, la bendición del trabajo.

  9. "DIOS TIENE MÁS AÑOS QUE TÚ Y HACE MARAVILLAS".

  10. "HAZ UN TRABAJO VOLUNTARIO" en tu barrio o forma grupos de amistades y frecuéntalas.





















El AMOR verdadero es solamente una reconciliacion entre dos mentes, que se respetan y tienen cariño desde que SON amigos.



UN ARBOL MUY ESPECIAL

Ríe Perdona Relájate
Pide ayuda Haz un favor
Delega tareas Expresa lo tuyo
Rompe un hábito Haz una caminata
Sal a correr Pinta un cuadro.
Sonríe a tu hijo Permítete brillar.
Mira fotos viejas Lee un buen libro.
Canta en la ducha Escucha a un amigo.
Acepta un cumplido Ayuda a un anciano.
Cumple con tus promesas
Termina un proyecto deseado Sé niño otra vez.
Escucha la naturaleza Muestra tu felicidad. Escribe en tu diario
Trátate como un amigo. Ama a los animales Haz un álbum familiar.
Daté un baño prolongado Por hoy no te preocupes.
Deja que alguien te ayude Mira una flor con atención.
Pierde un poco de tiempo. Apaga el televisor y habla.
Escucha tu música preferida Aprende algo que siempre deseaste Llama a tus amigos por teléfono. Haz un pequeño cambio en tu vida Haz una lista de las cosas que haces bien. Ve a la biblioteca y escucha el silencio Cierra los ojos e imagina las olas de la playa. Haz sentir bienvenido a alguien Diles a las personas amadas cuánto las quieres Dale un nombre a una estrella Sabes que no estás solo Piensa en lo que tienes Hazte un regalo Planifica un viaje Respira profundo Cultiva el amor Porque tuya es mi amistad y así siempre Lo será tú, aunque a veces NO me perdones mis equivocaciones; siempre amigos!!!: David José.











































*David José C.- Para los que quieran contactarme y escribirme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Jorge Estuardo Estela (Jr Requena N°197 Cercado) Pedofilo enfermo y depravado

"Cuando hables piensa pero cuando pienses no hables".
Indicado especialmente a Carol Saona, tienes 2 hijas, algún día ellas sufriran lo mismo a lo que tú conciencia le indujo a una cándida mujer confundida y atormentada por las circunstancias de la vida, dañando la vida de terceros. La vida y las circunstancias del UNIVERSO se encargan de ello. Por que las cosas malas en este mundo son como las mares que van y vienen.




















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delacruzmarin@gmail.com

martes, 7 de septiembre de 2010

Jaime Bayly: Su último gran logro, tener un hijo de su chica.

Los amantes del puente colgante
Como pensé que mi chica había abortado al bebé que una noche mágica y risueña de junio nos propusimos crear los dos tras varios intentos fallidos, como pensé (después de que peleamos por un torpe malentendido y me escribió que había decidido abortar y luego no supe más de ella) que en efecto mi chica había sucumbido a la tentación de deshacerse del bebé y de paso de mí también, como pensé que mi chica ya no era más mi chica y mi bebé ya no era más mi bebé ni su bebé ni bebé en modo alguno, me hundí en una profunda tristeza y me refugié en las pastillas para dormir (sólo quería dormir y no despertar más) y por supuesto me olvidé de seguir tomando mi pastilla de Cialis cada dos días para combatir la disfunción eréctil: si ya no tenía chica, ya no tendría vida sexual, y si ya no tendría vida sexual, ya no tenía necesidad de tomar pastillas para asegurarme una erección decorosa.

Pasaron los días y mi chica de-sapareció de mi vida y yo desaparecí de la suya, tras un breve y fulminante intercambio de correos asesinos.

No sé cómo encontré fuerzas para seguir arrastrándome cada noche a la televisión y para luego seguir golpeando el teclado de la computadora, enredado en el laberinto de una novela azuzada por la rabia y el rencor, una novela que de momento se titula “El misterio de Alma Rossi” y está ambientada en Chile.

No lloré, no soy de llanto fácil, soy de replegarme y ensimismarme y callarme secamente cuando me toca perder.

Ella lloró y vomitó y, como le temblaban tanto las manos cuando fue a abortar, simplemente no pudo abortar, sintió que no podía resolver nuestros pleitos absurdos ensañándose con la parte más inocente de todas, el bebé, el bebé que ella y yo habíamos buscado con ilusión desde que nos conocimos hace tres años, el bebé que yo había soñado que tendría con ella, mi chica mala. Le temblaban las manos y las piernas y el cuerpo entero y entonces fue evidente para el médico y para ella que no podía practicarse el aborto, que no debía practicarse el aborto. Tal vez fue que el bebé presintió el peligro que lo acechaba y agarró a patadas a su madre y la hizo temblar mal, mal. En medio de la tembladera, ella (que ya no era mi chica, pero que seguía llevando al bebé en su vientre) tomó dos decisiones sabias, juiciosas: no abortar y llamar a su madre a pedirle ayuda.

Su madre se enteró de ese modo que ella estaba embarazada (y peor aún: embarazada de mí) y que había querido pero no había podido abortar. Su madre fue comprensiva y amorosa y no dijo una sola palabra severa y la cubrió de besos y abrazos y la felicitó porque una vida nueva estaba en camino y se alegró de veras porque sería abuela por primera vez y le dijo que no se preocupase, que ella cuidaría al bebé como si fuera suyo. Su madre le demostró en ese momento desesperado que era ante todo su amiga y que era ante todo una mujer buena y generosa y valiente y con un formidable instinto maternal.

Yo no sabía nada de esto, sólo me arrastraba por la vida pensando que mi chica y mi bebé me habían dejado por una discusión tonta, una jodida discusión sobre algo tan menor que no podía entender que hubiésemos peleado por eso y que la víctima de aquella pelea ridícula, pueril, hubiese terminado siendo el bebé con el que tanto habíamos soñado. Pero ya era tarde o eso pensaba de madrugada viendo una y otra vez la mejor película que he visto nunca, una película que me deslumbró por primera vez en París durante mi luna de miel en 1992: Los amantes de Pont-Neuf.

Como en la película, que parece encaminada a un desenlace trágico, que está signada por el dolor y la fatalidad, pero en la que al final, emergiendo de las aguas del Sena, los amantes se encuentran por fin y alcanzan a subir a un viejo bote que los llevará al mar, a una vaga promesa de felicidad que tal vez los redima de tantas desgracias compartidas, esta pequeña historia tuvo un final feliz cuando menos me lo esperaba y cuando ya sentía que me ahogaba en las aguas de un río tan turbio como el Sena de noche.

Porque de pronto ella me escribió y me dijo que había decidido de una vez y para siempre que tendría al bebé, que de ninguna manera abortaría, y que no esperaba nada de mí, pues tendría al bebé con mi apoyo o sin mi apoyo o incluso contra mi expresa voluntad si tal fuera el caso, que por supuesto tal no era el caso.

Yo fui corriendo (en realidad manejando, pero manejando a toda prisa) a decirle que la amaba, a besarla, a abrazarla, a pedirle perdón, a besar su panza preciosa de dos meses, y fue como un milagro cuando ella me hizo ver en la computadora a ese frijolito que era mi bebé y me hizo escuchar sus latidos agitados, vivos, resueltos a seguir latiendo con fuerza como si esa habichuela estuviera golpeando un tambor.

Lo que pasó luego fue en extremo bochornoso para mí, pero no por eso me eximiré de contarlo: quisimos hacer el amor para celebrar el triunfo del bebé, de la vida, del amor, pero yo no pude, no fui capaz, por mucho que lo intenté no estuve a la altura de las circunstancias.

Yo la amaba de veras y quería amarla muy de veras pero no era capaz de amarla o de demostrárselo porque había dejado de tomar el Cialis y había vuelto a ser un miserable impotente.

–Esto no puede quedar así –le dije. –Espérame, voy a la farmacia, ya vuelvo.

Corrí a la farmacia (en realidad, manejé a toda velocidad) y compré un arsenal de Cialis y le pregunté a la amable señorita cuánto tardaría aproximadamente la pastilla en salvarme de la impotencia.

–Al segundo día es cuando hace efecto –me recordó ella.

Yo no podía esperar dos días. Yo necesitaba amar a mi chica esa misma noche desesperadamente.

–Deme un Viagra, por favor –le pedí.

–¿De cincuenta o de cien? –preguntó ella.

–De cien –respondí. –Y mejor si son dos.

Ella me vendió dos Viagras. Le pregunté cuánto tardarían en hacer efecto. Me dijo que una hora.

Tomé dos Viagras de cien y dos Cialis y pensé: o muero de un infarto o es el mejor polvo de mi vida. Luego pensé: si es el mejor polvo de mi vida y mi chica vuelve a ser mi chica y luego muero de un infarto, será la muerte más feliz que pudiera imaginar.

Como en Los amantes de Pont-Neuf, esta historia tiene un inesperado final feliz: mi chica volvió a ser mi chica, nuestro bebé siguió latiendo con fuerza y se negó a dejarnos, lo esperamos con todo el amor con el que fue concebido y sí, fue el mejor polvo de mi vida.
Columna del diario Perú21. Lun. 06 sep 2010 "Los amantes del puente colgante" Autor: Jaime Bayly.



Laberinto de pasiones
Hace tres semanas, me eché en la cama de Sandra a las seis de la mañana y le conté que Silvia estaba embarazada de mí.
Sandra ya lo sospechaba, ya me había preguntado por qué le llevaba gelatina y papa amarilla y pastillas contra las náuseas a Silvia, ya me había preguntado si Silvia podía estar embarazada y yo le había dicho que sí, que tal vez estaba embarazada pero que todavía no lo sabía con certeza.
En realidad yo ya sabía que Silvia estaba embarazada, ya la había acompañado al ginecólogo, pero cuando Sandra me interrogaba yo evitaba decirle la verdad porque Silvia me había pedido que no le dijese nada a nadie antes de que ella se lo dijese a sus padres.
Así que me hacía el tonto con Sandra y le decía que podía ser que Silvia estuviera embarazada pero que no era un hecho cierto y seguro y Sandra por supuesto hacía un drama del asunto y yo le decía hey, todo tranquilo, si está embarazada nada va a cambiar entre nosotros y las niñas, es una noticia bonita, no hay que convertirla en una tragedia.
Pero Sandra me había dicho cuando la entrevisté en televisión que quería tener no uno sino dos hijos más, y si bien no dijo que quería tenerlos conmigo, yo creí entender que su plan ideal era tenerlos conmigo (yo siempre creo entender que todos me aman y me desean porque eso es lo que me dijo mi madre cuando era niño y yo le creí).
Ahora yo le había dinamitado el plan ideal y le había confirmado que Silvia tendría un hijo conmigo.

Antes ya se lo había contado a mi hija Camila, que lo tomó con mucha calma, aunque mentiría si dijese que la noticia la hizo feliz, como tampoco pareció para nada contenta mi hija Paola cuando le dije que tal vez en abril tendría un hijo con Silvia pero que ella no estaba obligado a verlo, a conocerlo, a quererlo ni a nada y que el hecho de que tuviese un hijo con Silvia no cambiaba en absoluto mi amor incondicional por ella y su hermana Camila. Ellas lo entendieron bien, pero como era previsible les dolió o les dio pena que yo tuviese un hijo con Silvia y no con Sandra. Obviamente ellas hubiesen preferido que lo tuviese con Sandra, pero Sandra y yo estamos divorciados hace más de diez años y no dormimos juntos hace más de diez años y yo me enamoré de Silvia hace tres años y así nomás son las cosas.
Lo cierto es que a Sandra le dolió que yo le confirmase que tendría un hijo con Silvia. Lloró, le bajó la presión, casi se desmayó y yo lloré con ella y le pedí perdón y como la quiero tanto y me daba pena verla desolada y humillada le dije: No te preocupes, si todavía tienes la ilusión de tener un hijo, y quieres tenerlo conmigo, esperemos dos o tres años a que las niñas se vayan a la universidad en Estados Unidos y entonces te prometo que, si me lo pides, te daré un hijo y dos también, si eso te hace feliz.
Sentí que esa promesa sirvió de cierto consuelo para ella y por eso en la noche, en mi programa de televisión, ya sabiendo que Silvia estaba embarazada de mí, le dije a Sandra que me hacía una gran ilusión tener un hijo con ella. Lo dije pura y exclusivamente para mitigar el daño que le había provocado la noticia del embarazo de Silvia, lo dije para ser bueno y tierno y cómplice con ella y para demostrarle que mi amor por Silvia y su bebé no rebajaba mi amistad y mi complicidad con ella.
Supongo que a Sandra le gustó lo que dije, pero a Silvia no le gustó que dijera en televisión, estando ella embarazada de mí y sintiéndose fatal con las náuseas y los mareos, que me haría ilusión embarazar pronto a Sandra. Con toda razón, el anuncio le pareció un disparate cantinflesco. Intenté explicarle a Silvia que lo que había dicho en televisión era sólo un gesto de cariño y ternura hacia Sandra para consolarla por el dolor que sentía de que yo fuese a tener un hijo con otra mujer y no con ella. Por suerte Silvia es una loca genial y lo entendió todo rápido y me recordó (y tenía razón) que yo no tenía por qué pedirle perdón a Sandra por estar enamorado de ella y por haberla dejado embarazada, puesto que Sandra y yo habíamos dejado de ser una pareja hace muchos años y cada uno había hecho su vida sentimental por su cuenta y aunque en la prensa algunos periódicos seguían llamándonos esposos, Sandra y yo sabíamos bien que estábamos divorciados hacía más de diez años y que nuestra relación era una de amigos y compañeros, no una de amantes, y que nuestra alianza o nuestra sociedad se fundaba en el hecho de ser padres de dos hijas que no dejan de maravillarnos.
Yo cometí entonces el error de decirle a Sandra que trataría de mantener en reserva la noticia del embarazo de Silvia y no la comentaría en televisión. De hecho, Silvia todavía no les había contado nada a sus padres, aunque sí a sus hermanos, que por suerte fueron muy comprensivos con ella. Pero luego ocurrió lo previsible: una enfermera que nos vio entrar juntos al ginecólogo le contó el chisme a un programa de televisión y la presentadora tuvo la delicadeza de llamar a mi productora a verificar si el chisme tenía fundamento y entonces yo decidí que no iba a mentir sobre el embarazo de Silvia y le dije a mi productora que sí, que podía confirmarle a la famosa animadora de televisión que Silvia estaba embarazada de mí. Esa misma noche, la animadora soltó la primicia en su programa y yo la confirmé más tarde en el mío y al día siguiente entrevisté a Silvia y para entonces por supuesto ya Silvia se lo había contado a sus padres y yo supuse que todo estaría bien, que el momento de peor tensión o miedo ya había pasado.
Pero es una ley no escrita que cuando eres muy feliz con alguien estás haciendo muy infeliz a otra persona, o ese parece ser mi caso.
Yo pensé que podía ser feliz con Silvia y seguir siendo feliz como amigo y compañero de Sandra pero las cosas cambiaron radicalmente desde la noche en que la noticia salió en televisión y yo dije la verdad: que el embarazo de Silvia me había devuelto las ganas de vivir y que la idea de tener un hijo con ella me emborrachaba de una felicidad boba, pueril, adolescente (será por eso que dicen que cuando te vas volviendo viejo te vas poniendo como un niño).
Ahora podríamos describir la situación que estoy viviendo con Sandra y mis hijas como una de guerra fría. Sandra no me perdona el desliz con Silvia pero sobre todo no me perdona que lo haya hecho tan público y sobre todo no me perdona que lo haya hecho tan público tres semanas después de decir en mi programa, un domingo out of the blues, que quería tener un hijo con ella. Las niñas, comprensiblemente, ven a su madre desolada, contrariada, humillada, y toman partido por ella y me consideran un cabrón egoísta que dejó a su amada esposa para irse con una chiquilla pendeja de veintiún años. En realidad, mi amada ex esposa y yo habíamos dejado de ser una pareja hacía ya muchos años, pero como ahora vivimos en el mismo edificio que Sandra y las niñas eligieron hace un par de años para mudarse de Camacho a San Isidro, entonces se podría decir que, siendo una familia disfuncional, somos también una familia vecinal, pues ellas ocupan el piso de abajo y yo el de arriba, lo que nos obliga a una convivencia que, cuando todo estaba bien, era genial (el mejor momento fue el mundial de fútbol en julio pasado), pero ahora que me han declarado la guerra fría resulta algo triste para mí y sospecho que para ellas también. Porque ahora ya nunca suben a visitarme, ahora ya la empleada no sube a recoger mis camisas sucias, ahora ya no encuentro gelatina ni jugos en la refrigeradora, ahora siento el hielo que viene de abajo. Y cuando me armo de valor y voy al primer piso nunca encuentro a Sandra (al punto que no sé si sigue durmiendo abajo o se ha mudado) y muy rara vez encuentro a mis hijas, que me dan un beso seco, comedido y me hacen sentir que estamos en plena guerra fría, que me han puesto en cuarentena por dejar embarazada a Silvia, que no les hace ninguna gracia tener un hermanito y que tal vez piensan que soy un papá un tanto impresentable y del todo incomprensible. Yo trato de hacer bromas y les doy toda la plata que puedo para tender puentes y restañar heridas, pero siento que ya nada es igual, que algo se ha roto y no sé si podré restaurar lo que se ha dañado en ellas, que por lo visto ya no encuentran placer en subir a visitarme ni en contarme sus cosas.
Y después leo en los periódicos que la guerra fría es una cosa del pasado que cayó con el muro de Berlín: pues no en mi casa, coño: aquí el muro se construyó hace unos días y la guerra se siente más fría que nunca, helada y helada mal.
Por su parte Luisito, que está en Buenos Aires, se ha portado como un príncipe y me ha felicitado y se ha emocionado y me ha dicho que quiere venir pronto a Lima a darle regalos a Silvia y no me ha hecho ningún drama y sólo me dijo un día algo que me conmovió: que le daba pena no poder darme un hijo, que sólo por eso le daba algo de pena que yo tuviese un hijo con Silvia, pero que le parecía genial y divertido que viniese pronto mini James a alborotarnos la vida y que él creía que Silvia y yo haríamos una combinación genética altamente pajera, risueña, impredecible y angelical o diabólica, pero en ningún caso sosa y normal. O sea que Luisito, mi amigo y compañero hace ocho años, encajó con gran clase y estilo el golpe que recibió de Sandra cuando ella se opuso a que él viniese a visitarme y se quedase en mi departamento y entonces su viaje fue pospuesto hasta nuevo aviso, y luego encajó con más clase y mejor estilo la noticia de que su viaje se posponía indefinidamente porque ahora Silvia estaba embarazada y las aguas estaban muy borrascosas como para que él viniera a Lima a hacer más olas. O sea que Luisito se portó por todo lo alto y como mi gran amigo y compañero y no hizo la menor escena de celos o despecho, sólo le dolió no poder darme un hijo, pero así nomás es y ya hemos quedado en que con suerte vendrá en enero cuando Sandra y las niñas se vayan a Nueva York, buscando el frío que les dé la temperatura corporal apropiada para seguir congelando las cosas conmigo.
Como a mi edad y con mi arsenal de sedantes todo me da más o menos igual y lo único que verdaderamente me aterra es volver a la rutina de subirme a un avión cada semana y mi idea de la felicidad se reduce a quedarme en Lima escribiendo mi trilogía sanguinaria y amando a Silvia y diciendo gansadas en televisión, no me resulta entonces tan difícil sobrevivir a la guerra fría que me han declarado Sandra y mis dos bellas hijas y pasarme los días cumpliendo mi humilde rutina de escritor mediocre, de amante rejuvenecido, de hablantín a sueldo y de eventual candidato a la presidencia de la asociación de padres de familia del nido Little Villa, donde Silvia y yo inscribiremos a James cuando tenga dos semanas de nacido y adonde James asistirá llamándose James y vestido como hombre así nazca mujer. No veo por qué una mujer no podría llamarse James.

*David José C.-
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jueves, 2 de septiembre de 2010

Creer en el AMOR

AMAR SIN MIEDO

‎"No olvidar nunca el sueño, aquel sueño que compartíamos cuando todo parecía imposible, inalcanzable.
No permitir que desaparezca por culpa de la rutina, el trabajo, las actitudes conformistas, la gente y sus comentarios.
Creer firmemente que aquella imagen nuestra, enamorada, está detrás de un espejo empañado, solo desvanecida, esperando.." - Anónimo.


Toda experiencia amorosa que ha terminado abruptamente porque la otra persona se alejó de nosotros opera de tal manera que, frente al intenso deseo de experimentar una nueva instancia amorosa, nos mantenemos alerta ante la posibilidad de otro abandono. Es probable que una experiencia así nos vuelva mucho más cautos y que en consecuencia nos resulte bastante más difícil entregarnos en cuerpo y alma. Pero no debemos avergonzarnos por estos sentimientos ambivalentes, pues es absolutamente normal que utilicemos estrategias emocionales para compensar las heridas causadas por vínculo del pasado.
Una relación amorosa es como una hermosa planta a la cual debemos atender con dedicación para que no se marchite.
¿Cómo sabemos si la persona que se presenta ante nosotros es la que hemos estado esperando durante tanto tiempo? Aunque parezca paradójico, solo podremos estar seguros de eso si nos conocemos profundamente. El diálogo interno es imprescindible para descubrir con claridad nuestros deseos, necesidades y el verdadero nivel de nuestra autoestima. Este diálogo nos permite analizar nuestras emociones y descubrir qué necesitamos para alcanzar el bienestar. Y nadie puede responder a estas preguntas por nosotros.
¿Qué necesitamos para sentirnos bien? Solamente un conocimiento cabal de nuestra persona nos permitirá responder con firmeza y convicción a esta pregunta, aun cuando aquello que estamos buscando todavía no haya llegado a nuestra vida. A la hora de buscar una pareja adecuada, es necesario que tengamos bien definido nuestro rol. De esa forma evitaremos unirnos a otra persona por necesidad, por lástima, o porque nos complementamos en nuestros aspectos negativos. Los verdaderos elementos clave son la admiración y la visualización de un futuro construido en conjunto, donde ambos componentes de la pareja transitan por la vida con algunos proyectos propios y otros compartidos, pero manteniendo su propia identidad que, en definitiva, ha sido el aspecto fundamental a través del cual han llegado a enamorarse.
Creer que el amor en algún momento llegará a nuestras vidas implica bastante más que tener una idea vaga y distante de que en alguna parte y en algun lugar es posible que exista ese fenómeno tan maravilloso llamado amor. Creer significa poner toda nuestra capacidad al servicio de la convicción de que sí existe la persona que tantas veces hemos soñado, ese ser que será el complemento que tanto hemos anhelado y que juntos, con respeto y comprensión, habremos de recorrer ese fascinante camino llamado vida.
Existe una gran diferencia entre creer en el amor con firmeza y abrigar vagamente la esperanza de que "algún día, quizás con buena suerte, aparecerá alguien que me llame la atención". En el lenguaje de los sentimientos, decir esto es como afirmar que en realidad nadie tocará a mi puerta y que mi destino inexorable es la soledad.
Piensa en esto por un instante y ve cómo el lenguaje, cuando nos referimos a nosotros mismos, adquiere un poder sin límites. Dí para ti mismo: "YO SÉ QUE LA PERSONA QUE ANHELO EXISTE Y QUE SIN DUDA VA A APARECER EN MI VIDA". Si formulamos la idea de esta forma, no estamos estableciendo límites en el tiempo, sino que fortalecemos una idea que nos ayuda a vivir con esperanza, con alegría y con una motivación que renueva diariamente nuestro compromiso con el bienestar.
Con frecuencia hacemos una apología de nuestras carencias físicas o espirituales y las utilizamos como escudo para convencernos de que nunca podremos experimentar la magia del amor. Nos repetimos una y otra vez, año tras año, que tal o cual característica de nuestro cuerpo o de nuestro carácter son barreras infranqueables para que alguien se fije en nosotros.
¿Creemos realmente que esto es verdad o estamos levantando barreras inexistentes para justificar nuestra soledad y tristeza? Miremos por un instante a nuestro alrededor y veamos que personas quizás menos agraciadas que nosotros disfrutan de su relación de pareja, sin duda porque han aceptado la idea de que el amor también es para ellos y no establecieron para sí mismos límites absurdos.

*David José C.-
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