David Alonso De la Cruz

sábado, 30 de junio de 2012

Las guerras del futuro

Neonazis y efectos especiales

Es posible que estos instrumentos "clásicos" del especialista en el giro informativo sigan operando en conflictos entre países con medios centralizados de comunicación de masas de la segunda ola. Asimismo, es probable que las sociedades de la tercera ola aprovechen la misma herramienta contra las de la segunda ola. Pero entre aquéllas, la revolución de los medios de comunicación está rehaciendo todas las reglas.
Para empezar, las economías de la tercera ola desarrollan una vasta multiplicidad de canales a través de los cuales pueden verter tanta información como desinformación. El teléfono inalámbrico, el ordenador personal, la fotocopiadora, el fax, la cámara de video y las redes digitales permiten el intercambio de vastos volúmenes de voces, datos y material gráfico a través de canales múltiples, repetidos y descentralizados, a menudo fuera de un alcance fácil de censores estatales o militares.
Surgen además miles de "correos electrónicos" basados en ordenadores, que enlazan a millones de individuos de todo el mundo en una conversación continua acerca de las materias más dispares, desde el sexo y las orientaciones bolsísticas a la política. Estos sistemas proliferan a gran velocidad, cruzan las fronteras nacionales y facilitan la constitución de grupos dedicados a todo, desde astrología, música y ecología a operaciones paramilitares nazis y terrorismo. Es casi imposible eliminar las redes superpuestas y entrelazadas de que depende estos sistemas. Habida cuenta de la multiplicación de nuevos medios de comunicación, una propaganda tosca y centralizada bombeada desde arriba puede ser cada vez más contrarrestada desde abajo.
Estos nuevos medios de comunicación tienden a dispersar el poder. Una sola cinta de vídeo sobre la brutalidad de la policía de Los Ángeles con un negro, grabada por un aficionado suscitó disturbios que causaron casi tanto daño como el de una pequeña guerra. Las cámaras de vídeo sirven en media creciente para documentar los excesos de Gobiernos locales y nacionales. Y tales desmanes se divulgan, si no por la televisión, a través de las videocasetes. El control central queda debilitado por los nuevos medios de comunicación. Aún más lo será por la interactividad que permitirá a los usuarios replicar a las autoridades centrales las intervenciones de los oyentes radiofónicos y las teletiendas constituyen pálidas prefiguraciones de este proceso.
El televisor será con el tiempo sustituido por un aparato (posiblemente inalámbrico) en que se combinen, enlazados, un ordenador, un lector de datos, un fax, un teléfono y un instrumento de sobremesa para la creación de mensajes en múltiples medios de comunicación. Y en vez de teclado, es posible que con el tiempo estos "teleordenadores" lleguen a obedecer órdenes expresadas oralmente en un lenguaje natural.
Todo esto apunta a un mundo en donde millones de individuos tendrán a su disposición el poder de crear efectos especiales al estilo de Hollywood, simulaciones basadas en una realidad virtual y otros potentes mensajes, un poder del que en el pasado ni siquiera dispusieron los gobiernos ni los estudios cinematográficos. El mundo quedará dividido, por así decirlo, entre comunidades preelectrónicas tan pobres que cuenten con pocos televisores; comunidades donde las emisiones convencionales de televisión lleguen esencialmente a todos, y comunidades entrelazadas donde, como sabemos, ha quedado superada la televisión tradicional.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO "ESTRELLAS"

Cuando examinamos retrospectivamente la guerra del Golfo, la primera contienda en la que fueron empleados decisivamente elementos de la forma bélica de la tercera ola, descubrimos que, en cierto sentido, puede que la guerra no fuese el foco de toda la cobertura de los medios de comunicación. Estos se convirtieron en la "estrella" del espectáculo. Como ha advertido Perry Smith, general de división retirado y además figura de la CNN: "A lo largo de las seis semanas de la guerra, más personas permanecieron diariamente más horas ante el televisor que en cualquier otro tiempo de la historia"
Por impresionante que esto pueda parecer, otros cambios resultan aún más importantes. Los medios de comunicación se funden en un sistema interactivo de referencias a sí mismos donde ideas, información e imágenes fluyen incestuosamente de un medio a otro. Grabaciones de televisión sobre la guerra sugieren reportajes a los directores de periódicos; peliculas sobre los militares, como A few good men, generan comentarios escritos y entrevistas de radio y televisión; las comedias de situación en la televisión presentan a periodistas en su trabajo; fotografías de prensa tomadas (o preparadas) en el campo de batalla para un semanario se convierten en imágenes de televisión. Todo se apoya cada vez más en el ordenador, el fax, los satélites y las redes de telecomunicación y se funden para constituir un sistema integrado de medios de comunicación.
En este sistema embrionario, la televisión (por ahora, pero sólo por ahora) fija el orden del día, especialmente cuando se trata de cubrir una guerra. Aunque los directores de algunos telediarios norteamericanos se atengan todavía a los titulares del New York Times o del Washington Post para optar por unos determinados contenidos de política nacional o internacional, en la mayoría de los demás temas decae la influencia de la prensa escrita.
"Con la guerra del Golfo", escribe Ignacio Ramoner en Le Monde Diplomatique, la televisión "se ha hecho con el poder" conformando el estilo y, sobre todo, el ritmo del periodismo impreso. La televisión ha logrado imponerse a los demás medios, señala Ramonet, "no sólo porque presenta un espectáculo, sino porque es más rápida que los otros". Volveremos pronto a este atisbo crucial. Antes, sin embargo, necesitamos preguntarnos cómo puede adaptarse los propagandistas militares a la arribada de las comunicaciones de la tercera ola.


* Transcrito del libro "LAS GUERRAS DEL FUTURO" -Alvin y Heidi Toffler. Edic;PLAZA 6 JANES. Primera edición marzo 1995. "WAR AND ANTI-WAR"