David Alonso De la Cruz

martes, 22 de junio de 2010

Trocitos de vida para Mía....!!!

Dedicado a "Mía" (Para cuando tenga la edad suficiente de leerlo) Esta HISTORIA es para tí y tu mamá Annie con mucho cariño, pequeña sobrina. - Dave Alonso-
"Un amigo no es el que llora con tu llanto,
si no el que goza con tu bien y se
alegra contu alegría" -(Epecurio).

Cuando llegué al contenedor de la esquina con la bolsa en mi mano, recordé la vez que obtuve esos recuerdos de los cuales 16 años después estaba por arrogar al desmonte de la esquina de mi casa, esta tarde. El recuerdo me agoviaba más por reconocer tardíamente que quizás haberlo mantenido conservando en un ricón de mi closét, estaba avivando la carga negativa de todo ese pasado nefasto de vivencias ajenas contenido en esos recuerdos; un guardapolvo gris de inicial, un moño largo ensortijado color castaño claro, que su madre había recortado a sus 6 años de edad, la pequeñita ya en esas época de colegio, vivía el terror más absoluto de la misería humana, el cándor de la inocencia pérdida por los sinsabores de una progenitora que se hiso cargo de ella con amargura, aún cuando su padre lejos huyó porque la familia no soportó que el hijo único tuviera un desliz con la tal vez sirvienta de la casa. El padre sólo huyo y nunca más supo de su hermosa y tierna hija, que crecía con los lamentos e infortunios de una madre que trabajaba, día y noche, por mantener a su hija, y ella creció entre la soledad y la compañía de las aves de corral en la casita modesta y humilde de su abuelito en chorrillos.
La niña creció con dolor, sin amor, apenas el cariño de un preocupado abuelo, que nada podía hacer ni evitar las iras y frustraciones con las que llegaba todas las noches del trabajo la mamá de la pequeña bella niña que con ahínco se refugiaba en las buenas calificaciones y entusiasmo que ponía en sus tareas del colegio, sólo para refugiarse en las admiraciones y felicitaciones que le profesaban sus maestras y "tías" de cariño cuando regresaba del colegio en Barranco.
Su niñez la marcó con heridas que lástimo toda su adolescencia precepitada en momentos iracundos de rabias, agresiones físicas y verbales contra su progenitora, se atacaban, se arayaban el rostro, se pateaban, se mentaban la madre, esa era su vida, cuando ella ya estudiaba la secundaria y su madre llegaba del trabajo, se culpaban las dos de sus acciones violentas, el octogenario abuelo miraba de lejos con miedo y a veces con sorna producto del dolor de ser un anciano y no tener la fuerza suficiente para detener las agresiones entre la nieta y la madre.
La adolescente creció refugiándose en las aves de corral y cuanto pajarito encontraba sin nido tirado por las veredas enlodadas y friolentas de las calles populosas de Chorrillos.
A falta de amor, su corazón se lleno del más inexplicable amor hacia los animales, extraño amor derrochado hacia los perritos abandonados por la calle, sarnosos, aves que no podía volar, todo lo recojia ella, y se los llevaba a su casa, aún cuando iba a la universidad, se gastaba todo el dinero que le daba su madre para pagar la pensión, se los gastaba en llevar al veterinario a sus animalitos y no media el gasto, con tal de verlos crecer sanitos y recuperarse de sus enfermedades.
No terminó de estudiar en la universidad y se dedicó a trabajar, para costear los gastos del veterinario.
Y las riñas siguieron en ese hogar maldito donde ni las flores lograron alcanza la madurez de las primaveras.
Y las aves partían hacia el firmamento, sin voltear a ver a la llorosa mujer que se hiso cargo de sus recuperaciones...... Ella simplemente lloraba de felicidad y amargura.
Cuando entré a su vida, lo hice motivado por su dolor y sufrimiento, y me costó, creer que hubiera una mujer así tal vez insana, con el alma quebrada, y una mirada apagada en lo cruel que fue el destino para darle una madre abominable.
No pude sobrellevar su dolor, por más cariño y paciencia que le tuve, incluso cuando Toño sólo le tomó darle la contra en sus pensamientos esa tarde cuando nos invitó a almorzar en su casa de La victoria, y se mofó de lo que ella le había contado cuando una tarde llegando a mi casa, trayendo a su gallo que había criado desde que era un pollito amarillito, se había muerto ya de viejo, lo llevó cargando en su mochila desde Chorrillos hasta mi casa, y por esas circunstancia del destino; Percy estaba acompañándome y sólo comenzó a reirse de que ella insistía por enterrar a su gallo en el jardín de mi casa, yo acepté, bajo la risa burlona de Percy. Ella lo odio, y lo insultó.
Cuando Toño, escuchó todo eso, no hiso más que también rierse de manera burlona, quizá porque no entendía como era el amor especial de esta mujer única que daba todo su amor a los animales.
Y esa tarde lloró lo que no había llorado cuando Percy se reía mientras sepultabamos a su gallo en el jardín de mi casa.
A pesar de que Toño le pidió disculpas arrodillado en la salita de su casa. Esa tarde, ella comenzó a odiarme, y ahí fue el inicio del fin de todo.
Una tarde, se largó de la rotonda del parque kennedy en Miraflores, dejándome parado en una esquina del paradero y se subió en el bus verde que la llevaba a su casa en Chorrillos, después de haberme sacado en cara, molesta e iracunda que no fuí capaz de apoyarla de las burlas de Percy y Toño. Ciertamente tuvo razón, pero tampoco no perdonó que se le rompiera su muñequito de la infancia que interpretaba un melodioso tema de cuna, cuando se le jalaba una pita en la parte inferior de sus patitas celestes, una semana antes en mi hogar. Y se marchó asi sin mediar palabras, la vi alejarse desde la ventana del bus volteó para mirarme con desprecio...... Y nunca más supe de ella.
Con el paso de los meses, sólo miraba su guardapolvo de niña y ese par de fotos que ella en su debido tiempo pudo hurtar del álbum de su madre, para obsequiarmelos a mi una tarde de verano cuando regresé de Europa. Antes de entrar a trabajar con Percy en la agencia.
Nunca más supe de ella, sólo me puse triste cuando cojia entre mis manos sus cabellos de niña. Y le pedí a Dios que la haga feliz donde quiera que el destino la llevará.
Hoy, desempolvé el bolso donde estaban sus recuerdos y me atemorizé, de conservarlos ahí, asi que esta mañana decidí llevarlo al botadero de la esquina, y le dí la última mirada, abrí el bolso, miré el guardapolvo y alzé la mirada al cielo para evitar se resbale una lágrima por esos recuerdos. Y lo tiré todo al basural. Quería librarme del maléficio de todo ese recuerdo negativo.
Sé que fue demasiado tarde, sólo espero, hallar la felicidad nuevamente, porque sé que me condena el hecho de la vida que es como un río en un desfiladero....
Hoy estamos aquí pero mañana no habrá ni el recuerdo de nuestros actos...
el mundo está tan lleno de gente como esas aguas, que pasan y transcurren sin saber realmente que podemos hacer y qué pueden hacer por nosotros, por cada uno de nosotros.
Comprendí tarde que el amor es vivir feliz sin esperar nada a cambio, que sí existe el amor incondicional, que es fruto del sacrificio, no importa cuanto la gente te hiera, te ofenda, te ignore, te abandone, te difame, no importa, lo que importa es qué has hecho tú por ellas, ahí radica el verdadero AMOR, más no los recuerdos asi sean gratos o no, lo que importa es el amor puro e infinitamente desinteresado.
Esta tarde cuando regresaba del basural, el haberme desecho del moño, las dos fotos, y el mandil de inicial de aquella niña, me libré de un mal recuerdo y soy feliz, feliz porque amé y tengo una vida sana para volver a amar infinitamente a todos, a seres humanos y animales que también son el regalo más puro de la vida, del mundo, del Hacedor Universal y doy gracias al cielo. Regresé a mi casa mirando el cielo y dándole la espalda a la esquina de mi casa, con un par de lágrimas, pero esta vez lágrimas de amor y gratitud.
Las puertas del corazón

Uno de los grandes problemas que tienen oprimido al ser humano no son sus pequeñas o grandes limitaciones, sino su frialdad con las cosas del amor, si indiferencia con el Autor de la vida. En todo momento, él nos invita, diciendo: "he aquí que estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo" (Cfr. Ap. 3,20).
Una sola palabra sintetiza este "cenaré con él y él conmigo": familiaridad. Familiaridad con el amor. Familiaridad con Dios. Oír su voz atentamente, y abrir para él las puertas del corazón. Después, podemos dejar.... el resto. ¡Él lo hace! Obra dentro de nosotros y toca nuestras heridas, curándonos de todas las enfermedades que afectan nuestras relaciones familiares y sociales, para que estemos libres y de corazón abierto a sus gracias y favores.
Para los que quieran contactarme y escribirme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

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