David Alonso De la Cruz

jueves, 9 de diciembre de 2010

El otoño del Patriarca (Versión 4.6 reloaded)

El Nobel que lloró y que hizo llorar


Me gustó mucho esa exclamación del público (tipica de las sociedades europeas) a los 27 segundos del VIDEO, OBSERVAR* Fue muy plancentero sinceramente. Jasso!




Si hubiera sido presidente de su país, algo que intentó sin éxito en 1990, habría hablado, probablemente, ante las Naciones Unidas, y no habría tenido el Nobel, por cierto; pero esta tarde, en Estocolmo, Mario Vargas Llosa ha estado más cerca que nunca de lo que podría haber sido una alocución en aquel foro multinacional. Le recibieron en su biblioteca los alumnos de un colegio multirracial y multicultural del Estocolmo más profundo y más helado, Rinkeby, en cuya biblioteca escuchó los cánticos navideños, recibió lecciones sobre quién fue Alfred Nobel, y se sintió tratado como un maestro de escuela. Él les habló a los chicos como si estuviera ante una asamblea adolescente de las Naciones Unidas.
Le cantaron las melodías de Santa Lucía, la fiesta grande de los suecos, que él escuchará en la cama uno de estos días, como es tradición aquí, y eso ya lo saben todos los Nobel: les despiertan con ese sonsonete que aquí es religión, y en cierto modo así saben que de veras han sido premiados con las mieles de un desayuno que los confirma. Y le hablaron de Nobel de tal manera que al Nobel se le debieron erizar los pelos: evocaron la dinamita que descubrió el filántropo que dejó escrito que su fortuna iría "para los que hacen el bien a la humanidad", pero también le dijeron, con el tono didáctico que ya fue común en todas las actuaciones, cómo creció en la pobreza, cómo se enamoró y cómo se hizo sabio. Representaron parte de una obra suya, El hablador, sobre la que elaboraron preguntas y respuestas, e hicieron hincapié en lo mejor de la biografía de Nobel para animar a Vargas Llosa ante la gran fiesta de mañana, en la que sin duda alguna Nobel sobrevuela con su estela de gran benefactor de la cultura y la ciencia del mundo...
A Vargas Llosa le falla la voz estos días, así que su alocución ante estas naciones unidas de Rinkeby tuvo que salvar algunos escollos impuestos por una garganta que ahora se tiene que cuidar para pronunciar el brindis de mañana... A él le admiraba la presencia de muchachos y muchachas de más de dieciocho países de lenguas conocidas o exóticas, cuya coexistencia aquí, en este barrio de Estocolmo, demuestra hasta qué punto la coexistencia es posible "a pesar de todas nuestras diferencias superficiales..."
Este es un modelo para el resto del mundo, dijo Vargas Llosa en lo más esperanzado de su discurso, que incluyó una apelación al optimismo; como suele decir estos días, y desde hace tiempo, "el mundo está mal hecho", pero la literatura, el conocimiento, la ciencia, son elementos "que pueden mejorar nuestras esperanzas", y nos pueden ayudar, sobre todo, "a superar la pobreza, la miseria, la ignorancia, el hambre... Hay tanto sufrimiento en todo el mundo que sólo la voluntad, la emoción, la sensibilidad, nos puede ayudar a mantener la esperanza".
El Nobel estaba verdaderamente a gusto, ante una audiencia encantada. Él les dijo a los chicos que el mundo está lleno de evidencias de "explotación y de discriminación", pero hay "extraordinarias herramientas" para combatir esta situación... "Los escritores podemos contribuir", dijo, "al entendimiento de los otros, a destruir, con la ficción, con la escritura, las barreras de soledad de las comunidades a las que nos dirigimos. Podemos hacerlo comunicando ideas y emociones... Somos constructores de puentes".
Esos puentes están en los libros. "Lean buenos libros", dijo Vargas Llosa desde el estrado escolar. "¡La literatura es el mejor entretenimiento del mundo. Nos anima a desear una vida más rica, es el motor del progreso".
Los chicos le aplaudieron cuando se fue por la puerta tapándose la garganta.



Vargas Llosa está ‘piña’ en Estocolmo

El ‘escribidor’ sufrió una caída y se quedó sin voz antes de recibir el Nobel de Literatura 2010. Autor de El hablador se recupera de su afonía. Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, se está tratando de su afonía en el Instituto Karolinska de Estocolmo, confirmó hoy la embajadora sueca en el Perú y Chile, Eva Zetterberg. Aunque no de gravedad, el autor de La guerra del fin del mundo se ha visto afectado por la inclemencia del invierno escandinavo desde que llegó a Suecia. “Él ha tenido en efecto algunos problemas de salud, astimosamente”, dijo Zetterberg a la agencia DPA en una conversación telefónica. “Sé que va al Instituto Karolinska a tratarse la voz, eso me lo contó anoche. Por fortuna, ya no tendrá que hablar mucho”, agregó la diplomática. El autor de La fiesta del chivo pronunció su discurso el martes en la capital en una emotiva intervención ante la Academia Sueca. El embajadora añadió que MVLL solo hablará “unos pocos minutos” en la ceremonia de entrega del Nobel, a realizarse el viernes. “También se cayó en el hotel”, comentó Zetterberg para confimrar las informaciones de los últimos días respecto a que Vargas Llosa resbaló cuando posaba para un fotógrafo. De otro lado, el novelista peruano, quien ayer estuvo en el Instituto Cervantes, visitaría esta tarde una biblioteca en las afueras de Estocolmo para reunirse con un grupo de jóvenes suecos.
CONFERENCIA DE MARIO VARGAS LLOSA. (Stockholm city - Sverige)

Mario Vargas Llosa Nobel Prize in literature press conference audio-video

Mi primer recuerdo de Mario Vargas Llosa se remonta a la campaña electoral de 1990, posiblemente al mitin de cierre de campaña. El momento más emotivo de su discurso, la escena que reprodujeron los noticieros de televisión, era una diatriba en que Vargas Llosa acusaba a sus enemigos de “cacasenos”. Yo me pasé toda la semana siguiente tratando de averiguar qué era un cacaseno. Nunca había visto un político con tanto vocabulario. Por cierto, tampoco había visto –ni volví a ver– un escritor con esa capacidad de convocatoria. En ese mitin había unas quince mil personas. Y en otro momento de la campaña, cuando Vargas Llosa abandonó la carrera, la ciudad amaneció empapelada con carteles que le rogaban “vuelve”.
Las elecciones de 1990, y en particular el discurso de los cacasenos, pusieron de manifiesto las dos dimensiones de Vargas Llosa: el estilista, el autor siempre en busca de la palabra precisa, y el hombre público, convencido de que es su deber defender sus ideas y participar en el debate político.

LA DOBLE VOCACIÓN
También las novelas de Vargas Llosa dan fe de esa doble vocación: “Conversación en La Catedral” o “La ciudad y los perros” no solo representan un monumental abajo de narración que juega virtuosamente con las voces, los tiempos y las perspectivas, sino además son feroces críticas al autoritarismo y descarnados retratos de los conflictos sociales del Perú. Con semejante referente, cuando yo tenía veinte años, ser escritor me parecía una misión imposible: algo que solo podían lograr superhombres capaces de escribir setecientas páginas y competir en elecciones nacionales. A ver quién se atrevía a intentarlo. Afortunadamente, en sus entrevistas y declaraciones, Vargas Llosa siempre destacó lo contrario: el valor del trabajo y de la persistencia, no solo para las obras de los escritores, sino para que cada quien se haga dueño de su destino.
Para mí, cuando empecé a planear seriamente ser escritor, esa lección era un alivio. Ser un genio no depende de uno. El talento es algo que escapa a nuestro control. Pero uno siempre puede trabajar más. Si el trabajo era un elemento importante de una carrera literaria, para gente como yo era posible intentarlo. Ahora bien, para soñar es necesario tener sueños propios. Una de mis primeras decisiones conscientes como escritor fue precisamente no pretender ser Mario Vargas Llosa, sino tratar de ser yo mismo. Quizá era poquita cosa, pero al menos era lo que yo podía ser.

ADN LITERARIO
Cuando mis libros empezaron a publicarse y traducirse comprendí que ese trabajo no iba a ser tan fácil. El caso más claro fue el de “Abril rojo”. Hasta donde yo era capaz de ver, esa novela tenía más influencia del cine de asesinos en serie que de cualquier escritor hispano. Y sin embargo, en cuanto apareció, muchos lectores la situaron en la órbita de “Lituma en los Andes”. El protagonista de la novela, Félix Chacaltana, estaba muy inspirado en el Pereira de Antonio Tabucchi, un funcionario gris producto de una dictadura mediocre. Aun así, una vez más, muchos lectores y periodistas vieron en él un émulo de Pantaleón, el de las visitadoras. Esos comentarios se repitieron en varios países, sobre todo con las traducciones del libro. Al principio, yo lo atribuía a que Vargas Llosa es una especie de Julio Iglesias de la literatura: todo el mundo le achaca hijos que él no ha pedido. Más adelante, albergué sospechas de que esas opiniones eran certeras.
No siempre escribo de temas políticos, pero cuando lo hago, sin duda, mi manera de entender esa narrativa se formó desde mis primeras letras con Vargas Llosa. Voluntariamente o no, sus libros forman parte de mi ADN. Es lo mismo que me ocurre con mi padre. Como todo hijo, llevo toda mi vida tratando de que no me confundan con él. Pero tengo su nariz.No obstante, con el tiempo he desarrollado una teoría que me parece más sólida, aunque suene más rara: el Perú es una invención de Mario Vargas Llosa.
En Kazajistán, en Francia, en Tailandia o en Noruega me he topado con lectores de Vargas Llosa que conocen mi país por sus novelas. Para esos lectores, que se extienden por todo el planeta, el Perú es el lugar donde habitan Zavalita, la Tía Julia o Palomino Molero. La mayoría de ellos no han viajado al país, ni reciben noticias de nosotros. Sus imágenes de ese rincón del mundo han sido, casi en exclusiva, obra de un escritor. Por eso, inevitablemente, los narradores peruanos habitamos un mundo que Vargas Llosa creó. Nuestros personajes y situaciones son contrastados con los suyos, y para muchos lectores, resultan verosímiles según ese patrón. La concesión del Nobel ha intensificado ese fenómeno. Al día siguiente del premio, periodistas de todo el mundo se pusieron en contacto conmigo para pedirme comentarios, recuerdos y análisis sobre el premio. Durante las siguientes semanas, decenas de medios de prensa publicaron artículos sobre la literatura peruana. Al menos durante los próximos años, Mario Vargas Llosa seguirá siendo la medida del Perú para buena parte del planeta. Pero sobre todo, la distinción de Vargas Llosa completa un mapa de la América Latina del siglo XX.

ESCRITOR COMPROMETIDO
Casi todos los Nobel de nuestra región han sido más que solo escritores: han salido a la esfera pública a defender sus ideas y proponer soluciones para los problemas sociales del siglo XX. Y en ese sentido, Vargas Llosa es una pieza que faltaba. Con él, el Nobel sigue premiando al escritor comprometido con su sociedad, y al defensor de ideas políticas sin las cuales es imposible entender los últimos veinte años de nuestro continente. Si como novelista Vargas Llosa ha construido el mundo en que habitan nuestros personajes ficticios, como polemista, como columnista y como ensayista, Vargas Llosa ha contribuido a delinear el mundo en que viven los latinoamericanos de carne y hueso. Y lo ha hecho, igual que en aquel discurso de los cacasenos, combinando el estilo literario con el compromiso político, las dos dimensiones que marcaron el perfil de los grandes autores del siglo XX.

Por Santiago Roncagliolo [*] Escritor peruano radicado en España autor de “Abril rojo” (Premio Alfaguara 2006).


*Para los que quieran escribirme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

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