David Alonso De la Cruz

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miércoles, 6 de julio de 2011

Les Bergers D´Arcadie (Et in Arcadia ego)

A los delfines, ballenas, leones y tigres que fueron diezmados por una humanidad inhumana







Si en estos últimos días me he sentido nostálgico fue debido a la circunstancia de recordar a Borges citándolo en aquellas líneas de “El inmortal” del Aleph y sentirme que en efecto no podré tener ese don para evitar que la arena cósmica del tiempo se lleve como polvo hasta el libro de arena, que hoy contemplo parado frente a mi biblioteca y todo eso, me carcome los sentimientos encontrados, porque hoy puedo retener con mis manos y leer esos pasajes de la noche de los dones, pero pasado mañana ¿Dónde quedará esa posibilidad remota de leerlo? Cuando nosotros mismos nos convirtamos en arena del polvo cósmico, e inclusive las flores del mal se marchiten con el paso de los días otoñales y los rayos tropicales del sol, y a Charles Baudelaire ya no tenga quien lo saque de su lugar en la tercera estantería del lado izquierdo de mi biblioteca y se quede ahí por la obcecación del tiempo. Y peor aún que el Quijote que fue reemplazado por aquella Biblia sobre mi mesita de velador, que estaba desde infante cuando creía en Dios y la inmortalidad, se me fue por los sabios consejos de un amigo que al final me guio por el sendero de la verdad, un amigo de verdad que hoy no se tiene, una amistad que suele escanciarse en la mesa de un emperador romano ó catar como un buen vodka svenska, aquel amigo que desde Estocolmo, no solo encontró su lugar en el mundo, su Avallon, su Thulé, supo con sortilegio de druida escocés, que después de esta vida ya nada hay, y oh pobre mi Alicia, pobre su espejo, pobre aquél espejo que había en mi dormitorio como monumento consagrado a Lewis Carroll y tantos otros que de nada serviría describirlos o citarlos aquí porque ya el tiempo se va como la arena de Borges. Si tan solo pudiera huir a una ciudad, salvando las obras del pintor Nicholas Poussin, hacia tierras dónde el tiempo no menoscabe la memoria. Macondo, podría ser, pero ni los cien años de soledad de Gabo pueden evitar lo inevitable, y todo eso, hasta el día de hoy; comprime mi razón y es el desdén que aterciopela de telarañas mi alma. Ni Friedrich Nietzsche, ni las acorde más conmovedores de Claude Debussy podría sacarme de mi habitáculo hoy que evocando a mis amigos que están lejanos, uno en una tierra norteña maldita y ramera y otro en una utópica tierra de bienestar. Lejos de mi están como para bebernos un coñac bajo los acordes de Tori Amos, interpretando su tema; “YOU BELONG TO ME” Y me salta la profunda locura de Henry Miller ó la de Ernest Hemingway y busco una escopeta, y lo más cercano que se pueda parecer a una escopeta en mi habitáculo es una varita de Harry Potter que venía con el tablero de ajedrez de Harry Potter. Cortesía (El diario El Comercio, Lima. Edición Limitada) Y me volvía a quedar petrificado ante el libro (otra vez los libros) de Anaïs Nin, y pienso en todos aquellos que tengo y leí y no podré volver a deleitarme visualmente con su lectura, siempre acompañado de un buen tema de música clásica que ya no viene al caso citarlos, porque el polvo del tiempo los volverá nada de aquí a tan solo 200 años y no 35,690 millones de años, cuando todo esto que vemos aquí no será nada, simplemente nada.
Ni todas las mujeres concupiscentes del mundo como citaba la escritora Susana Castellanos de Subiría en su libro; “NO TE DEJEN ENGAÑAR, CORAZÓN, POR SU MENTIR, POR SU LLORAR, NO TE OLVIDES QUE ELLA ES MUJER, NO TE DEJES CONVENCER” – Del tango “No te engañes, corazón.- Me han dejado roto el corazón como solo las únicas mujeres buenas, admirablemente virtuosas que se enamoraron de mi, pero por alguna razón y circunstancias partieron como parte el ave curada su ala rota; y yo resignado sonreí con el acierto de haber amado, y di las gracias al cielo porque las amé aunque ellas no supieron dar amor. Y en esos instantes quería una Geisha, pero no como la de Arthur Golden, no yo quería una “jaladita” como las de Tailandia, Singapur o al menos coreana, como las que salían en la televisión y yo presto grababa en Dvd y que ahora sé que esos Dvd, se harán polvo también como polvo si hicieron ayer las ilusiones de enamorarme de una jaladita asiática como las que mencioné.
Y se me destroza el corazón, saber que la mujer la única que amé con toda mi vida es una profesora que ama a su familia, y sus alumnos y dedicada a cabalidad a su carrera y me amo de verdad en su momento, tan solo por saber todo lo que sufrí por un angelito rusa que cayó del cielo escandinavo. Y me amo hasta que me cure yo o se curo ella y partió volando, y dejándome sin la compañía de su padre a quien más añoraba. Dejándome las ganas de conversar de futbol, de deportes, de música, de cine, de películas, de libros, y de todo eso que dentro 100 a 200 años será polvo. Y una lágrima volvió a recorrer el conocido camino de mi pálida mejilla.
Como la chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, bailando una danza rota al estilo WEST LIFE, a veces sentía que ni las letras mas encantadoras me sacarían de este letargo, pesadez, y me ponía a leer los libros de Stieg Larsson pese a que las películas las tenía en Blue-ray. Prefería mil veces leerme los tres libros de corrido, vez tras vez. Pero no eran tan atinados como Dan Brown, que poco meses más tarde Raymond Khoury sacó de plano de mi velador, a Umberto Eco. Y me quedé con su “LA ORDEN DEL TEMPLE”. Pero seguía con esas pulsaciones que me llevaban a pararme nuevamente frente a mi biblioteca como Donnie Darko y me latía el corazón y las lagrimas otra vez que no me dejan ser razonable.
Suena el timbre, me pregunto ¿quién será? – Roma- He intento ser razonable, y avanzo unos pisadas hacia la izquierda cabizbajo hasta el espejo de Lewis Carroll, y trato de hallarla al otro lado del espejo a Lo, e intento tener la voluntad férrea de robársela a Humbert Humbert, al profesor ese que se la llevó en su coche, pero no logro verla allí pero si distingo a lo lejos los libros de Baigent, Leigh y Lincoln sobre un anaquel y el timbre que suena, y yo sin poder contestar porque el sollozo es cruel y alto. Y avanzo, avanzo hacia el borde de la ventana, para romper todo este sortilegio del mismo modo como Kurt Cobain una vez quiso hacerlo, pero es la melodía y la voz del contestador que me saca de ese quicio, y escucho el Underneath your clothes, de Shakira, cantando por Palomita, mi amiga del Facebook que intrigada por mí, ya que llevo meses sin responderle, llama en vano, en vano porque estos doscientos o cien años que se vienen harán polvo el arrullo de su amistad y no habrá señal que testifique cuanto la necesitaba en el momento más acertado y oportuno. Y deje el teléfono nuevamente timbrando. Y volví a pararme frente a mi biblioteca, contemplando esta vez la otra parte de la pared, toda la colección de discos, dvds, blue-rays y no quise ni pensarlo a dónde irían a parar cuando partiera. Añoré las frías noches inescrutables de los templarios, añoré la férrea voluntad de la castidad, la valentía del guerrero que a forjas de espada y escudo amanecían en medio de tierra santa, tan solo porque le hicieron creer que a un Dios debían su valentía y fervor. Y añore con lágrimas al templario desconocido que murió bajo esas ardientes arenas, quizá las misma arena de Borges. Y quedo frente a frente, me quede mirándome, mientras el teléfono dejó de sonar ya para siempre.

WRITTEN BY: David Alonso De la Cruz.

*Para los que quieran contactarme y escribirme, pueden hacerlo en: delacruzmarin@gmail.com

viernes, 4 de febrero de 2011

Increiblemente complicada esta situación, pero....






... le hecho combustible al corazon
y mi espiritu le dio la vuelta al mundo
me lleno de placer y por mas que me intento responder
hoy me pregunto
como fue no se decirte como fue,
no se explicarte que pasó
pero de ti me enamore
y como fue no se decirte que paso
pero de ti me enamore
porque desde el primer momento yo sabia
que eras para mi....


Why should I care
‘Cause you weren’t there
when I was scared
I was so alone

You
You need to listen
I’m starting to trip
I’m losing my grip
And I’m in this thing alone

COSAS QUE DEBO ACTUALIZAR:
Las circunstancias me tienen, de momento, leyendo libros de maternidad. Sin embargo, dado que son libros demasiado teóricos, llenos de exageraciones, horarios y absurdos del tipo: "¿Cómo reconocer si tu bebé está llorando?", o: "Una lágrima es conjunto de moléculas de agua que...". Tener que toparme con oraciones de ese tipo me hace querer buscar refugio en otras lecturas.

"Todo por una chica" de Nick Horby fue un buen motivo para recordar que existen lecturas ágiles, entretenidas, sutiles en ciertos aspectos y brutales en otros. La historia que cuenta Hornby en ese libro me recuerda a mi primer amor. Es la historia de un joven de dieciséis que se enamora y enseguida deja embarazada a su novia de la misma edad.

La forma en que a uno le va contando los primeros encuentros, el primer beso, el miedo que aborda a todo adolescente cuando se encuentra cerca de su primer encuentro sexual, hace que uno se enganche con la novela desde las primeras páginas.

El personaje principal es pudoroso y trata al lector como a un extraño del que va haciéndose amigo conforme van avanzando las páginas, o en alguien que, tan sólo por el hecho de no abandonar la lectura, merece que le cuenten más.

Es una novela que recomiendo. Con la cual una persona de cualquier edad puede identificarse con facilidad. Basta con haberse enamorado, aunque sea una sola vez, para que esa persona se vea a sí mismo en Sam, el personaje principal de la novela. Alicia, la novia y, a mi parecer, el símbolo de la belleza y la inocencia. Dos adjetivos que pueden parecer antónimos si se entiende lo bello como una tentación, como algo maldito al que le debemos huir, que debemos evitar.

Esa dualidad causó tal fascinación en mí que, a días de que editorial Planeta mandara mi segunda novela a diagramarse, decidí cambiar el primer nombre de la profesora Witz, uno de los personajes principales (sino el principal) en "Hay una chica en mi sopa". Le puse Alicia y así quedó. Pensé: Alicia tiene el mundo a sus pies porque es bella y consciente de ello. Sabe que puede seducir lo prohibido. Definitivamente, era el nombre que había estado buscando. Gracias Hornby.


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delacruzmarin@gmail.com

martes, 1 de febrero de 2011

....And all I can think of are ways to die alone.



Because of you I forgot the smart ways to lie.

Dave through the looking Glass...!!!



don´t leave me high.



Luis Corbacho arremete: "La existencia de Bayly es un calvario"
El periodista y escritor argentino se manda contra su ex amigo íntimo y su novia en una reveladora entrevista a quemarropa
Abrió su blog por la necesidad de publicar sus escritos. Como algunos resultaban un poco fuertes para los medios impresos, decidió hacerlo en la web. “Me quedé callado durante ocho años”, dice Luis Corbacho, quien además asegura que el propósito de su blog no es criticar, sino contar sus experiencias de vida. “Como lo hace cualquier escritor”.

¿Qué es lo que te motiva a escribir? ¿El despecho?
Lo de este personaje es una pantomima. Me molesta que [Bayly] haya dicho públicamente que soy un mantenido cuando yo le produje el único programa exitoso que tuvo en Miami. Cabe aclarar que él no me dejó, simplemente yo decidí retirarme de ese trío de locos.

Tu amor por él se convirtió en odio.
No lo amo, le tengo lástima porque está enfermo. El odio es por las calumnias que escribió sobre mí.

¿Qué es lo que sientes por Silvia Núñez del Arco ?
Lástima. Tiene problemas mentales y familiares muy graves. Y mantiene una supuesta relación de pareja con un hombre muy enfermo al que le queda poca vida.

¿No es excesivo ventilar tantos detalles de tu relación con Jaime?
El que comenzó a ventilar todo fue el propio Bayly. El problema comenzó cuando él escribió esa columna en la que se refiere a mí como una lombriz mantenida, un chupasangre vividor. Eso no se lo puedo permitir, porque soy un hombre con muchos años de estudio y trabajo y que no tiene por qué soportar las injurias y calumnias de este payaso.

El propio Bayly ha dicho que tus ataques alimentan su relación.
No creo que se ría mucho porque tengo mails en los que me amenaza de muerte, a mí y a mi hermana mayor. Los mostraré cuando sea oportuno. Por otro lado, me consta que tal felicidad no existe porque he vivido con él y sé que su existencia es un calvario debido a la enfermedad que padece.

¿Continuarás respondiendo así, a pesar del embarazo de Silvia?
No es necesario ser mujer o estar embarazada para sufrir. Todos somos vulnerables y sufrimos de igual manera. Yo sufrí mucho y ahora me toca defenderme.

¿Qué sientes por Jaime?
En general, pena. A veces un poco de nostalgia por los buenos momentos (eso es parte del duelo, es algo natural) y a veces, como cuando amenaza de muerte a mi única hermana viva, mucho odio y la necesidad de defenderme.

¿Te estás colgando de su popularidad?
Si fuera así, lo hubiera hecho antes. Yo no soy el novio de Laura Bozzo, nunca busqué cámara en el Perú. No gano nada con eso.

Mónica Cabrejos dijo que tienes asesores que te dicen qué hacer.
Sí, me asesora la CIA. Este culebrón de barrio sí que les interesa a los poderosos.

¿Qué programas del Perú insistieron en entrevistarte?
Todos los programas importantes del Perú me han invitado. Todavía no descarto ir, si la cosa se pone espesa. Estoy dispuesto a luchar hasta el final.

Rodrigo González te retó a venir al Perú para que le digas todo en la cara.
Me gustaría enfrentar a la ‘Pelucha’, que nos demos unos golpes y luego terminemos en la cama. Sería muy excitante.

También mencionaste que te gustan varias cosas del Perú.
Antes de conocer a mi ex pareja ya había visitado tu país con un tour de periodistas para la revista en la que trabajaba. Luego, con él regresé infinidad de veces, siempre de incógnito.

Y hablaste muy bien de algunos personajes.
De los escritores, además de Mario Vargas Llosa, me gusta mucho Roncagliolo. Mi ex se moría de la envidia cuando él ganó el Premio Alfaguara. Cuando MVLL ganó el Nobel, casi se muere.

¿Tanto así?
Así funciona él, si no es el número uno, no puede ser feliz. Por eso le tengo lástima. Ahora pretende imitar a Larsson con su trilogía, el año pasado dijo que sería presidente. El destino solo le trajo un programita de dos puntos en una señal local para los cubanos de Miami. ¿Será que todo se paga en esta vida?.




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viernes, 14 de enero de 2011

Así sea un personaje PÚBLICO..... ¿Y qué? Los sentimientos no se pueden silenciar, ante la SALUD.

Dedicado a un amigo de la adolescencia y del barrio Fernando Rodriguez P.


No supe nada del estado en que se encontraba mi amigo, hasta que leí un correo que llegó a la bandeja del hotmail hace cinco días, y luego de que otro compañero me dijiera la necia estúpidez de que como nuesro "amigo" en común era una persona pública, borraba de su FACEBOOK EL COMENTARIO preocupante que escribí al sentir el malestar por la noticia grave hacía mi compañero de la infancia. ¿Qué se puede esperar de un agnostico? Por mi parte sólo orar y pedirle a Dios que lo ayude a él, en la medida que él como hombre pueda poner todas las ganas para salir de su estado terrible en que se encuentra hospitalizado en la clínica actualmente, tenemos FE, y eso es lo que importa creer en estos momentos. Aunque a Dios se puede regrezar alguien que está convencido de su identidad espiritual y que está libre del concepto material de la existencia, que está libre de la ilusión y es trascendental a las modalidades de la naturaleza material, que se dedica constantemente a entender el conocimiento espiritual, y que se ha apartado completamente del goce de los sentidos. Digo esto ahora porque hay gente que no cree en las religión. Ante todo, religión significa conocer a Dios y amarlo. Eso es religión, no como esta persona falaz que se atrevió a decir de manera irónica que lo único que quedaba era arrodillarse alrededor de su cama y orar, ¿para qué?. Hoy en día, debido a la falta de entrenamiento, nadie conoce a Dios, ¡Qué decir de amarlo! La gente está satisfecha con sólo ir a la iglesia a orar: "¡Oh Dios!, danos nuestro pan de cada día, salud, y amor" Una RELIGIÓN así es llamada fraudulenta, ya que su objetivo no es conocer y amar a Dios, sino recibir alguna ganancia personal. En otras palabras, si pretendo seguir alguna religión, pero no sé quíen es DIOS ni cómo amarlo, entonces estoy practicando una religión fraudulenta. Sin depender si eres musulmán, hindú, cristiano o judio. Ninguno de estos sabrá quien es Dios ni cómo amarlo.

La religión de primera clase enseña a AMAR a Dios sin ningún motivo. Si sirvo a Dios esperando una ganacia, eso es un NEGOCIO, no amor. El verdadero amor por Dios no puede ser detenido por ninguna causa material. Es incondicional. Uno puede amarlo aunque sea pobre o rico, joven o viejo, negro o blanco.

Ya para finalizar; quiero expresar mi propia opnión y argumento de que es un deber de todo ser humano entender su posición constitucional en relación con Dios, y actuar de acuerdo con ello. Si se hace esto, entonces nuestras vidas serán un éxito. Sin embargo, a veces nos sentimos desafiantes y decimos: "NO HAY DIOS", ó "YO SOY DIOS", o incluso "NO ME IMPORTA DIOS". Pero en realidad, ese espíritu desafiante no nos salvará de la muerte. Sí hay DIOS, y podemos verlo a cada momento alredor nuestro. Si rehusamos ver a Dios durante nuestra vida enferma, entonces Él se presentará ante nosotros como la muerte cruel. Si no elegimos verlo de una manera, lo veremos de otra. La Suprema Personalidad de Dios tiene diferentes aspectos, porque Él es la raíz original de toda la manifestación cósmica. En un sentido, no es posible escaparnos de Él.




















Extiende tu visión. Mira en el horizonte. Mira hacia el cielo. Mira aún más alto.
Y también mira directamente frente a ti. Sólo que no estés encerrado por ninguna imagen presente. Cuando tu vida inmediata es bella, disfrútala y déjala hacer su magia. Cuando tu vida inmediata parezca difícil de manejar, seguramente, no es para detenerte. Lo que pasa en la vida no está para ser determinante en ti. Tú eres, por mucho, más que la vida que vives en cualquier momento singular. Así que, disfruta lo que disfrutas y no tomes tan en serio eso que parece estrujar tu corazón y lo exprime hasta dejarlo seco. No te preocupes, ni siquiera un corazón seco es permanente. Ni siquiera un corazón endurecido puede volverse de piedra. No necesitas ser estoico, ni tienes que ganarle a la vida en su propio juego. Lo que sí tienes que hacer es mover tus pensamientos hacia delante tan rápido como el relámpago. Alcanza otra meseta.
Cuando te sientes herido en la vida, haz como harías con una cortada en tu mano. Puedes soplarla para refrescarla por un minuto, y luego rápidamente la lavas, pones algo en ella, talvez, y luego sigues adelante con tu vida. La cortada no te detendría. Sólo es una muesca. Puedes hasta besarla. No revivirías cómo te cortaste una docena de veces y cómo no lo merecías o cómo tan tontamente te la causaste. Ocurrió un accidente. Todos los accidentes son tontamente causados. Y ahora, dejas la escena.
La cosa que tú sabes con seguridad es que la cortada sanará. Tú no sientes que esta herida te seguirá todos los días de tu vida. Entonces, ¿por qué ser tan obstinado sobre las cortadas emocionales de las que tomas tanta ofensa? Ellas tampoco durarán. Tú ni siquiera puedes recordar ahora sobre qué era tu último torbellino. Tampoco recordarás este.
Muévete hacia delante en la vida rápidamente. No reacciones rápidamente. Sólo recógete a ti mismo y sigue tu camino.
Amados, realmente ustedes no saben que es un viento adverso que sopla. Aún así, los vientos adversos limpian el aire. Cualquier polvo y escombros que hayan empapado sus corazones, los vientos del cambio los soplarán lejos.
Nada es definitivo. No pienses que cualquier cosa es definitiva. Tu dolor no es definitivo. Tus relaciones no son definitivas. Ellas también se mueven y se reestructuran. Como con un calidoscopio, una imagen nueva se está formando. Justo frente a tus ojos, lo está haciendo.
Ya sea una verdadera tempestad o una en un vaso de agua, es lo mismo. Tú la dejas. No te quedas ahí y reflexionas al respecto. Tú sigues adelante y la pasas. Cualquier reparación que tú o el otro puedan hacer, eso es bueno, pero en cualquier caso, tú sigues adelante y la pasas.
Estás en una camioneta de la vida en movimiento. La vida no se queda quieta. La vida progresa rápidamente.
Debajo del Océano revuelto, reside una quietud, y aún así las olas de la superficie chapotean. Algunas veces las olas van alto, y otras van bajo y entonces las olas son pequeñas ondas. No puedes predecirlo.
No lo puedes contener. No puedes depender de que las olas hagan lo que tú digas. Puedes saber que está la constante profundidad y quietud del Océano sobre la que las olas navegan.
Cuando un huracán brama, no lo tomas personalmente. Puede que no te guste, pero lo aguantas.
Todas las tormentas soplan encima. Puedes contar con el cambio en la vida. Puedes contar con que está siempre en movimiento, y así debes moverte tú con ella también, sabiendo completamente que tu siempre, siempre, tienes Mi amor.



*Para los que quieran escribirme, pueden hacerlo en:
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miércoles, 17 de marzo de 2010

Otro cumpleaños más, agrio onómastico, dulce evocación

Este 14 de Marzo cumplí años. Cuando tenía menos de la mitad (o sea 16) imaginaba que a los 32 ya sería un obeso padre de familia y un piloto militar, graduado a toda honra y orgullo nacional, con el elevado patriotismo fervoroso, presto a defender la dignidad y soberanía ante el enemigo sureño. Ninguna de las dos cosas ha ocurrido. Soy un obeso soltero que (aún) vive con sus dos hermanas y siendo un melancólico corredor de bienes jubilado (a mi edad) que sobrevive de sus rentas pero eso sí demasiado serio en sus inversiones pero con moderada credibilidad en lo económico. Desde luego, también pensaba que llegaría a ser un treintón felizmente bien casado. Ya saben, uno de chico cree que la vida consiste en dar esos cinco o seis pasos supuestamente decisivos: salir de cole, ingresar a la universidad, conseguir un empleo, casarte, reproducirte y morir de viejito de un repentino ataque al corazón sentadito tomando su café con leche viendo las noticias de la mañana para que nadie sufra. Todo un mandamiento de convenciones que te asegura, sino la felicidad, por lo menos un alto porcentaje de bienestar. Pero como tantas otras cosas, uno descubre con el tiempo que todo eso es mentira; o, mejor dicho, que ninguno de esos pasos garantiza absolutamente nada. Sin embargo, por más independiente que uno sea del corso en el que se mueve el rebaño y por más convencido que uno esté de sus propios pasos y de su propia ruta, es difícil no preguntarse si son los demás los equivocados o eres tú el que está perdido en el espacio. Por eso, cuando cumplí 23 años y mis mejores amigos empezaron a casarse, uno tras uno, como en fila india, me di cuenta de dos cosas: primero, que debía partir como sea del país en busca de asilo o simplemente refugiarme en la tierra de los dos mil solterones, desde luego contra los buenos pronósticos del chico de 16 que alguna vez fui–– no me provocaba casarme todavía menos siendo estudiante universitario, me quedaba aún la carrera de administración que mi madre me obligó a seguir en lugar de piloto de avión que mi orgullosa madre no permitió que postulara a la escuela áerea.
Hoy, a mi regreso de Europa, de eso ya casi más de una década y media, mis tribulaciones son otras: digamos que no he desarrollado mucha estima hacia la figura del matrimonio, pero sí hacia la idea de tener una novia (de ahí que haya tenido tanta influencia moverme entre la mar de la internet tan deliberadamente desesperado en la búsqueda de la media naranja). Además del estado civil, otra interrogante que los 43 inminentes años me plantean es si me siento viejo o no. Y la verdad es que todavía. Es decir, hay momentos específicos en que me siento algo avejentado: cuando me agacho para, no sé, agarrar un objeto y siento un punzón en la cintura; o cuando me falta el aire después de un pique infructuoso en mi bicicleta por el circuito del Bertolotto que es la que da para el mar de San Miguel (mientras que un impertinete e inculto conductor grita desde su destartalada y contaminante moto taxi “¡Arrimate pelón concha de tu madre!”); o cuando repaso mi cuero cabelludo con el imaginario “peine” que son mis dedos todas las mañanas y redescubro ––con horror–– que las entradas de mi frente están cada vez más pronunciadas; o cuando veo, por ejemplo, la foto de mi primer cumpleaños y recuerdo a los amigos que perdí por las marismas del te vi ayer y no me acuerdo; o cuando visito a un amigo después de mucho tiempo y descubro que su hermana menor ha crecido una barbaridad y no puedo evitar mirarla con algo de lascivia. Solo dos veces me he sentido decrépito. La primera fue hace unos nueve años y medio, cuando una chica a la que afanaba me conversaba ––por chat–– de un amigo suyo que la perseguía. Yo, en son de broma, le escribí “¿Y cómo es él?, ¿en qué lugar se enamoró de ti?, ¿de dónde es?, ¿a qué dedica el tiempo libre”, parafraseando la famosísima canción de José Luis Perales. Ella no solo no entendió el chiste, sino que se incomodó ante mis preguntas invasoras. Para calmarla le pregunté si acaso no había escuchado nunca a Perales. Me dijo: “ah, creo que mi mamá tiene un cassete empolvado de él por ahí”.

La segunda fue hace cinco meses, cuando al final de un examen médico de rutina, el doctor me avisó que tenía “arenilla” principio de cálculos en los riñones y que debía hacerme una ecografía. Yo, que pensaba que las ecografías solo eran pruebas para mujeres embarazadas, salí de la clínica profundamente angustiado. Llegué a mi casa, me miré en el primer espejo que encontré y el cristal me devolvió la imagen de un anciano prematuro. “Una ecografía”, repetí, mirándome a los ojos, calavérico, al borde del puchero lastimero. Pero salvo esas contadas situaciones, en general, siento que estoy en una suerte de tiempo extra de la juventud, como si me restara un pequeño saldo de adolescencia que gastar, como si aún tuviera licencia para el desenfado y la irresponsabilidad y revivir el libertinaje seudo europeo al que estaba acostumbrando cuando vivía en Europa. Además, no luzco como un clásico hombre que acaba de cumplir 43. Todavia sigo escuchando con mucho entusiasmo mi canciones favoritas de los Duran Duran y Depeche Mode los cuales me pongo a bailar como un quinceañero sin haber bebido un solo trago de licor, encerrado en mi dormitorio. O simplemente procurando hacer una siestita luego del almuerzo escuchando algunas composiciones en "Allegro con spirito" de Vivaldi o Haydn. A menudo las chicas se sorprenden cuando les digo que tengo más de treinta. “¿Con esa cara?”, preguntan, asombradas, como si en mi rostro se hubieran quedado tatuada eternamente la cándida expresión de un chiquillo alocado que se fue a vivir a Europa por las únicas razones de pasárselas bien con su mejor y único amigo de la adolescencia. Ese detalle estético me parecería incluso ventajoso, si no fuese porque ejerzo el imán de la eterna juventud “espiritual” reflejada muchas veces en mis actitudes cotidianas y, ya saben, a veces tengo que infundir disciplina e irradiar respeto entre esta sociedad machista peruana y entre la gente muy arraigada a vivir desesperados que sólo han aprendido a vivir para trabajar y ser explotados como negros del Congo. Lamentablemente, eso no siempre sucede. De hecho, estoy harto de que cada vez que ingreso a algún lugar la gente me vea como un bicho extraño por mi forma de vestirme a lo quinceañero sobre todo en verano que hace tanto calor y no soporto los pantalones de vestir. ¡Ya basta! Estoy cansado de eso y de tener que dejarme lo poco de cabello que tengo largo para jugar con pericia a que cubra el espacio vacio de mi pelada con el único propósito de no parecer mayor y estar a la moda cuál EMO teenage. Para colmo, cuando la barba me crece rápidamente me pica y me crece mal, hirsuta, y canosa dejando despobladas zonas de la barbilla, con lo cual, en vez de parecer un madurito solterito codiciado, luzco como un descuidado lujurioso viejo mañoso. También estoy algo aburrido de que mis hermanas me sigan considerando un “niño Goyito” a mi edad. En serio ––y se lo digo desde aquí con todo mi cariño–– me parece que eso no contribuye mucho a la imagen de hombre maduro en busca de una novia simpática que quiera amarme de por vida con la cual quisiera proyectar una vida de matrimonio y mínimo tres hijas. Pero la pregunta central que este "nuevo" cumpleaños que he tenido hace poco como un tornado debastador a mi subscosciente, me obliga a hacerme a mí mismo en voz alta es: ok, mi estimado manganzón, a los 44, perdón quise decir a mis 43 años cuánto has aprendido de tus relaciones anteriores como para encarar el posible advenimiento de una esposa. Mi respuesta es simple: no sé si estoy listo y preparado para entablar una relación; además, cuándo uno puede decir que está listo y preparado para iniciar un noviazgo al estilo latino tercermundista. ¿Hay cursillos o talleres que te preparen? ¿Hay simulacros de examen de ingreso para estos casos? ¿Hay escuelas de entrenamiento? ¿No, verdad? La única preparación posible es la que uno mismo va desarrollando con el tiempo. Y en todos estos 42 años he pasado por tantas experiencias y he interpretado a tantos personajes que nunca dejo de sorprenderme de lo insondable que es el terreno sentimental. Como enamorado he sido de todo y no me cuesta reconocerlo. Vivido las más tediosas vicisitudes y los vericuecos más intrincados de la dicha y felicidad de alcoba. He sido un gran novio, pero también el más pátetico de los infortunados enamorados bajo el claro de luna. Un tipo dedicado a su relación, absolutamente detallista, comprometido, fiel, romántico hasta el anacronismo y ciegamente entregado. Pero también he sido un infiel, un desalmado, un patán, un hijoeputa. Y no me ha gustado serlo, pero una vez que te analizas en retrospectiva tienes que ir asimilando la porción de culpa que te corresponde. He sido un compañero ejemplar, pero también he sido un idiota. Me han roto el alma en trocitos de pena y he llorado como un hijo abandonado en la puerta de un convento de monjas en plena lluvia de otoño, pero también he roto un corazón alguna vez. Y es horrible. Es horrible decirle a alguien que ya no quieres estar con ella. Puede sonar estúpido, pero prefiero que terminen conmigo a terminar con alguien: me asalta una culpa inmisericorde por estar dañando a otro, por sentir que mi decisión influye directamente en su ánimo. Por ello a veces me ha costado mucho, incluso hasta dinero, porque se lo llevaron todo cuando convivieron conmigo, como si tuvieran derecho legal por la permanencia en mis habitáculos y relajantes aposentos de soltero. Cuando terminan contigo, qué diablos: te tienes que bancar la trsiteza y ajustar el pecho para no deprimirte, pero no importa: eres tú resolviendo los problemas contigo y con nadie más. En cambio, cuando finiquitas un lazo con alguien, y la ves llorar defraudada, no es sencillo soportar ese espectáculo de decaimiento. Ver cómo se derrumba un ser humano delante de ti, por algo que tú has dicho o has hecho, es francamente horroroso. He vivido esa escena varias veces: en el lugar de la víctima y del victimario. He sentido pena por otra persona y he sentido pena de que sientan pena por mí. Y aunque no me gustaría pasar nuevamente por ninguno de esos trances, todos ellos han sido necesarios, imprescindibles para ser quien soy ahora. Me han tenido que dejar y he tenido que dejar para curtir mi pellejo y aprender que el amor es siempre una incógnita y una paradoja: porque cuando amamos lo confundimos todo y perdemos los estribos y la razón. En el dolor, en cambio, hay un cúmulo de sabiduría. Cuando sufres y te ves obligado a improvisar una reacción emocional, aprendes un huevo de ti mismo. Pero, bueno, ya basta de desvaríos existencialistas, que voy a parecer un viejo. Y justo de eso trata mi auto analísis, de evitar mi vejez, y estaré, evidentemente, soltero aún mucho despúes. Hace ocho años, mi cumpleaños con novia lo festejé típicamente: acudí con ella y con tres parejas de amigos a una disco en la playa del sur, bebimos en abundancia y bailamos mucho hasta el amanecer y ––por más de que rogué que no lo hicieran–– padecí ese insoportable momento en que se acercan los mozos a la mesa y entonan el más impersonal y fingido Happy Birthday que se haya oído jamás. ¡Qué cagada de costumbre! Que me lo canten los amigos y la familia, bacán, pero que cinco atorrantes lorchos que nunca he visto en mi vida y que seguramente nunca volveré a ver se acerquen a mi mesa, me sonrían y ––haciendo sonar las cucharitas–– me deseen una felicidad de utilería: ¡¡no way!! Aquella vez lo toleré porque mi novia que era odontóloga lo propició, pero en el futuro me rehuso a ser parte de esa bobada. He sido un mozalbete alguna vez (cuando era científicamente muy joven) y, créanme, no he sentido el menor atisbo de afecto por las viejas, los niños y los jóvenes a los que les canté ese entonado pero hipócrita Happy Birthday. Soltero como estoy, los planes de celebración apuntan indefectiblemente hacia una juerga clandestina; alejados de la vorágine de la sociedad arribista, entre mi actual pareja y yo, sanamente viendo alguna película de culto, bebiendo algo sano y comiendo en abundancia lo que nos agrada lo sufiente un par de pizzas familiares para los dos solitos, relajados en mis aposentos cual Henry VIII. Así reclutando posteriormente al caer el sunset a un puñado de cómplices igual de solteros que yo, y seguramente nos juntaremos a seguir comiendo, libando de aguas espirituosas y luego a bailar con mucho entusiasmo música de los ochenta y otras tantas desconocidas. Atrás quedaron las dos únicas fiestas sorpresa que mis ex enamoradas organizaron en mi vida; atrás quedaron los regalos especiales, las tarjetas hechas a mano, las medallitas de oro con mi nombre inscrito en el dorso, los planes cursis para recibir el 12 los dos juntos a las 12. Este 14 cumplo 43. Algunos dicen que cronológicamente ya estoy Tío. Quizá sea cierto. Pero, franco, franco, no importa, adoro este envejecimiento en cámara lenta, esta pausada manera de ir separándome del jovencito que me niego a dejar de ser. ¡Qué viva yo! Cuatro veces.