David Alonso De la Cruz

martes, 27 de septiembre de 2011

George Bush..¿Ignorante o disléxico?

"PALOMAS Y HALCONES"
El Gobierno de G. Bush un sistema totalmente polémico




George W. Bush, de Presidente dudosamente electo a aspirante a César del siglo XXI










EL MPERIO GLOBAL

de Roberto Montoya

El ascenso meteórico logrado por George Walker Bush, desde el inicio de su presidencia el 20 de enero de 2001, en condiciones de dudosa legitimidad, hasta convertirse dos años, más tarde en potencial "César" del siglo XXI, quedará sin duda en los anales de la historia mundial. Muy lejos quedaron aquellas bromas hechas en los medios de comunicación durante su primer semestre en la Casa Blanca sobre sus constantes yerros, su supuesta ignorancia ó dislexia, como olvidadas quedaron también las duras críticas vertidas contra él por países europeos y muchos otros gobiernos aliados, por ese agresivo unilateralismo que lo llevó en poco tiempo a rechazar el Protocolo de Kioto, la Corte Penal Internacional, el tratado ABM de misiles balísticos y un largo etcétera de acuerdos multilaterales.
Bush Junior demostró desde el inicio de su mandato, más que ninguno de sus predecesores, que la bandera neoliberal de libre mercado a ultranza que hacía ondear por doquier tenía mucho de mito e hipocresía, encerraba muchas contradicciones. Su administración ha reflejado en todo momento que al tiempo que exigía al Tercer Mundo y a sus propios aliados del mundo desarrollado la eliminación de todas las barreras arancelarias, subsidios y regulaciones que pudieran afectar a los productos norteamericanos, en Estados Unidos hacia exactamente lo contrario. Erigió un muro de medidas proteccionistas provocando grandes conflictos comerciales a nivel internacional, como el del acero con la Unión Europea, como el de los productos agrícolas con los países subdesarrollados.
Pero el 11-S lo borró todo. Todos esos antecedentes del Presidente republicano de sus casi primero ocho meses de gobierno que alarmaban al mundo, pasaron repentinamente a un segundo plano. Estados Unidos había sufrido en su propio suelo el primer ataque de envergadura desde 1812, durante la segunda guerra de la Independencia. Y Bush supo explotar, con lágrimas en los ojos, el espíritu patriótico y religioso de su pueblo, para convertirse en su padre protector y a su vez en dios de la guerra, dispuesto a comandar las legiones del BIEN contra las huestes del MAL, allí donde éstas se escondieran. El "supersheriff" comenzaría su cabalgata por Afganistán, luego por Irak, mostrándose dispuesto a seguirla luego por Irán, Siria, tal vez Somalía, Kenya, Yemen, Indonesia, Filipinas, Corea del Norte y por quíen sabe qué otro rincón del orbe donde encuentre un enemigo, un obstáculo a sus planes imperiales y/o mucho petróleo. Porque la grave crisis energética que prevé sufrir Estados Unidos en carne propia en un futuro cercano ha llevado al gabinete más petrolero de su historia a tomar medidas para asegurarse por todos los medios el control de los principales recursos mundiales de petróleo y gas.
Al conseguir colocar a Hamid Karzai- ex funcionario de la poderosa empresa energética estadounidense UNOCAL- como presidente de Afganistan, Bush intenta asegurarse, por fin, que por ese país pasen los importantes oleoductos y gaseoductos, cuya construcción se estuvo negociando con los talibanes hasta poco antes del 11-S. Pero Karzai, más de un año y medio después de la caída del régimen talibán,, todavía no controlaba totalmente el territorio afgano, y no había aún estabilidad suficiente como para garantizar un proyecto de esa importancia estratégica, y que implica una multimillonaria inversión económica. Ante esa inseguridad y ante los roces habidos en el lúltimo tiempo con uno de sus tradicionales aliados, Arabia Saudita, Estados Unidos ha decidido acelerar y ampliar las iniciativas políticas, económicas y militares, tanto en el golfo como en el mar Caspio, las dos zonas más ricas del mundo en petróleo y gas, a fin de tener garantias de control sobre ambas.
En el viaje que ha emprendido no descuida tampoco frentes menores que también huelen a petróleo, como Venezuela, por loo que está empeñado en derrocar a Hugo Chávez desde comienzos de 2002; o Colombia, a donde, bajo el paraguas del plan Colombia, ya ha enviado unidades de su ejército para ayudar a las tropas de Uribe a proteger 1,400 kilometros de oleoducto de los atentados del Ejército de Liberación Nacional. Bush no descarta tampoco incluir como objetivo de su cruzada imperial a la "bestia negra" con la que no ha podido acabar diez administraciones norteamericanas en las últimas cuatro décadas: Cuba. Primero, acusó sin demasiada convicción ni fundamento al gobierno de la Habana de "fabricar armas bacteriológicas". En 2003, y a través de su Oficina de Intereses en la Habana, Estados Unidos instigó una escalada de acciones violentas de la oposición, con el secuestro de aviones y un ferry. Con ello consiguió el primer objetivo buscado. Que Castro respondiera a esas provocaciones fusilando a tres de esos individuos y condenando a durísimas penas de prisión a decenas de disidentes. Estas medidas levantaron una lógica ola de protestas en todo el mundo, que fueron inteligentemente capitalizadas por la derecha. Con ello Bush logró- en no poca medida- desviar las críticas que venia recibiendo de parte de la opinión pública y la comunidad internacional por su política hacia Irak.
Estados Unidos lanzó en 2003 su nueva guerra contra Irak, país al que paradójicamente armó hasta los dientes, incluso con armas químicas y biológicas, durante la guerra entre ese país e Irán, y lo hizo con la complicidad de Gran Bretaña y España de forma unilateral, al no obtener el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Poco importo a Washington que realmente Saddam Hussein escondiera o no armas de destrucción masivas, como las que, por otra parte, tiene Estados UNidos, Rusia, China, Israel, Pakistán, Corea del Norte, Taiwán, la India, etc. Poco importó tam´bién que Saddam permitiera a los expertos en desarme desarrollar su labor. Meses después de iniciada la guerra contra Irak, Estados Unidos no había logrado demostrar aún la existencia de armas de destrucción masiva de ningún tipo. Al igual que sucedió en la guerra de 1991, la capacidad militar de Irak demostró en 2003 ser obsoleta e infinitamente menos poderosa y peligrosa de lo que había asegurado tanto Bush como Blair y Aznar. La suerte de Saddam HUssein estaba echada desde hacia mucho tiempo. Desde el mismo momento en que Bush II llegó a la Casa Blanca. El 11-S crearía el clima propicio para comenzar la campaña mediática, diplomática y militar contra Bagdad.
El objetivo de Bush desde un inicio era derrocar a Saddam, sustituirlo con un gobierno transitorio dirigido por un general retirado como Jay Garner y por numerosos asesores norteamericanos, hasta que pudieran controlarse efectivamente la seguridad del país y la explotación de sus pozos de petróleo. Estados Unidos pretendería traspasarlo posteriormente a un gobierno de naciones dócil, que permita a las empresas estadounidenses hacerse con el control sobre la producción y exportación del petróleo, y al Pentágano, establecer importantes bases y centros de mando de ámbito regional, vitales para futuras incursiones bélicas en la zona. Irak cuenta con la segunda mayor reserva petrolera del mundo después de Araba Saudita y su control permitiría a Estados Unidos, por primera vez en décadas, no estar condicionado por el oro negro que fluye de Riad a raudales, o por eventuales conflictos con la OPEP.
Bush consiguió en el último trimestre de 2002 que se convirtiera en papel mojado el acuerdo alcanzado por los expertos de la misión de desarme de la ONU, la UNMOVC, y representantes del gobierno iraquí, para volver a Bagdad el 15 de octubre de ese año, cumpliendo así el mandato dado por Naciones Unidas. Washington impuso al Consejo de Seguridad un nuevo proyecto de resolución, el N°1441, con exigencias mucho más duras para Irak, y que terminó siendo votado, con sólo algunos cambios de su versión original, por unanimidad.
Bush juega a varias puntas simultáneamente. La cruzada antiterrorista del petrolero-Presidente texano le ha permitido establecer nuevas bases y alianzas militares con ex repúblicas soviéticas, como Uzbekistán, Kirguizistán, Kazajstán, Georgia, Azerbaiján, países ricos en fuentes energéticas, introduciéndose así por la puerta ancha en zonas de tradicional influencia de Rusia.
Para compensar a Moscú por este agresivo acercamiento hasta sus propias puertas, y por la anulación unilateral del importante tratado ABM, que databa de 1972, Bush ha hecho importantes regalos a Vladimir Putin. Por un lado, respaldó la candidatura de Rusia para entrar en la Organización Mundial del Comercio. Por otro, hizo que se creara un organismo Mundial del Comercio. Por otro lado, hizo que se creara un organismo conjunto entre la OTAN y Rusia para emprender acciones comunes frente a conflictos internacionales. Por último, se ha comprometido a ayudar a Moscú a "solucionar" el tema chencheno, dejando que Putin presente ante el mundo su política ultrarrepresiva en Chenchenia como parte de la misma cruzada antiterrorista internacional liderada por Bush. Para acometer su ambiciosa cruzada, Bush Junior necesitaba dejar bien controlada su retaguardia. A partir de ese fatídico marte-11S, Bush consiguió no sólo acallar las críticas de la oposición demócrata a su desastrosa política económica, con la que en poco tiempo había transformado el superávit fiscal heredado de la Administración Clinton en un déficit de cientos de miles de millones de dólares. Como gran prestidigitador que es, George W. pudo sortear también, recibiendo sólo unos pocos rasguños en su piel, el que prometía ser el primer "Watergate" de su gobierno: la fraudulenta bancarrota del gigante energético Enron, principal donante del Partido Republicano. Ni siquiera las revelaciones sobre los turbios negocios que realizó en su época de ejecutivo de la industria petrolera, al igual que su vicepresidente, Dick Cheney, o acerca de la incompatibilidad de intereses evidentes en las que incurrió Richard Perle y Jay Garner, lograron mellar ese alto índice de popularidad que alcanzó Bush vertiginosamente tras los auto-atentados del 11-S.
El actual inquilino de la Casa Blanca tampoco tuvo mayor obstáculo para sacar adelante esa temible US Patriot Act, que coarta las libertades democráticas enn Estados Unidos de una forma tan drástica como no se conocía desde la era del maccarthismo, emulada desgraciadamente poco después por varios de sus aliados europeos. Las elecciones parciales del 5 de Noviembre de 2002 reafirmarían su poder: el Partido Republicano pudo aumentar a mitad de mandato, el número de Estados bajo su control y alcanzó una mayoría absoluta en las dos Cámaras. Dotado de poderes extraordinarios por la Cámara de Representantes y el Senado y con el mayor presupuesto militar de la historia, superior al de los quince países que lo siguen en la lista juntos, Bush II empezó a poner en práctica la nueva doctrina militar, basada en el "ataque preventivo", y por la cual vienen abogando desde hace años los "halcones" del Péntagono. Pero Bush no sólo tuvo carta blanca de los parlamentarios de su país para terminar la faena que su padre inició una década atrás contra Saddam Hussein, y que le renovarán, previsiblemente, ante cualquiera de las siguientes aventuras a las que lo conduzca en el futuro su cruzada Internacional. También logró vencer las resistencias de algunos de sus aliados y hasta de algunos que no lo eran tanto, y, cuando no lo consiguió, como ocurrió con Francia, Alemania y Rusia, hizo caso omiso de ellos. —
En noviembre de 2002, Estados Unidos conseguía convencer a sus socios de la OTAN para crear una fuerza de intervención rápida antiterrorista, de ámbito planetario, dotada en una primera fase de unos 20 mil hombres. La Alinaza Atlántica ampliará así sus zonas de actuación y Washington conseguirá eludir de este modo, votaciones complicadas en la ONU para decidir represalias militares sobre tal o cual país, por lo que, elhasta ahora único organismo internacional de consenso, por limitado e injusto que éste sea muchas veces, puede verse vaciado, cada vez más, de contenido y de autoridad.
Con la doctrina de la guerra preventiva en una mano y una fuerza de intervención rápida en la que participen varios países aliados en la otra, Bush se encuentra en inmejorables condiciones para llevar su particular guerra hasta los confines de la Tierra.


Editorial "El Ateneo"

*Para los que quieran escribirme para contactarme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

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