David Alonso De la Cruz

sábado, 30 de julio de 2011

¿Tu expareja piensa en casarse ó ya se casó y aún la amas?

¿Cuánto puede afectarnos el que un amor del pasado, por el que todavía sintamos algo, decida pasar a la fila de los casados?

Hay amores que tatúan el alma, cuyas huellas son imborrables. Amores que un día cruzaron la acera del frente y nos abandonaron. Amores que siempre aguardamos que regresen con nosotros, pero un día nos enteramos de que se casaron.
Hay quienes piensan que ese suceso es el final de una historia o el comienzo de una esperanza. Sin embargo, otros señalan que el matrimonio –a diferencia de tiempos pasados y más conservadores– no es un impedimento para volver.
Pero, ¿cómo actuar frente a una situación tan difícil como esta? La psicóloga Violeta Alvarado indica que atravesar este problema es parecido al divorcio porque se sella una etapa. Es el epílogo de una esperanza con un tinte legal. Digamos que con documentos y firmas de por medio.
“Hay personas que siempre han estado atadas a un exenamorad@ al que jamás olvidaron y con el que tratan de mantener un vínculo. Pero, cuando saben que hay un documento que rompe ese vínculo para siempre, sufren mucho más”, explica.

RESIGNACIÓN. La especialista resalta que la despedida de una persona implica vivir algunas etapas, como la resignación. Se tiene que aceptar que el vínculo se ha roto; racionalizar que, si la relación no funcionó, hay que dejar partir al exenamorada, sostiene.
“Se tiende a idealizar a la persona recordando solo los momentos lindos y positivos. Hay una invocación permanente sin saber que, en el fondo, eso va a causar dolor cuando se enteren de que el ‘ex’ se casó con otra persona”, señala Alvarado.
También aconseja acudir a un tratamiento psicoterapéutico para superar el sufrimiento. Recuerden que todo pasa.


MÁS CONSEJOS

◦Para olvidar a un ‘ex’ hay que postergar las imágenes positivas y recordar los motivos de la separación.
◦Cuando se termina una relación, es importante cumplir el proceso de ‘duelo’ y evitar el contacto con el exenamorada para no confundir los sentimientos.
◦Debemos rehacer nuestras vidas y dedicarnos a actividades que nos interesan.



*Un breve EJEMPLO a modo de relato vivencial:



Muchas veces me he puesto a pensar que la vida ni la dicha están compradas para nadie, que un día puedes estar completamente feliz, rodeado de personas, con trabajo, sustentando una solvencia económica, amigos, y también rodeado de las “amistades” falsas, conocidos que te acechan haciéndote sentir que vales y lo único que esperan de ti al final es abusar de tu confianza, para que en el momento menos esperado estafarte, y otras que en realidad no son tan amigas tuyas y son aves de rapiña en tu vida, para robarte el amor de tus sueños y succionarte tu energía vital, lo que muchos llaman Karma.
La vida es una ruleta que se detiene en el lugar menos indicado y te sale desfavoreciendo o no, y eso uno lo va aprendiendo a diferenciar con el transcurrir del tiempo.
No hace mucho, saliendo de la iglesia, siempre orando por la persona que más amaba en mi vida, por aquél entonces; (aparte de mi dos hermanas), mi única familia, porque tengo un ángel que es mi hermana mayor que murió hace ya tres años, la cual representó como el símbolo más abnegado por la forma cómo vivió su vida, no por el hecho de que todas las personas que la rodeaban en vida abusaron de su bondad, ella fue una alma generosa en extremo comparada con la persona que amaba por aquél entonces.
Representé su presencia espiritual en los actos cotidianos que hago por el amor de la persona que amaba, por aquella vez y que sabía que viva es cuando debía SACRIFICARME y luchar por ella, porque si se me va como se me fue una ex novia que tuve, sufriría mucho la pérdida, la cual representó mucho en todo ese periodo de aislamiento rutinario que no dejaba enamorarme de nadie durante 6 años, tanto y todo por su absoluta memoria. Pero de eso no quiero hablar, porque ya fue cosa del pasado que pude superar recién ahora, a la distancia.
Menciono, sí y quiero ser muy claro, el amor que uno siente mientras tiene vida, aliento, calor para dar, energía para hacer feliz, vivir, saltar, trabajar, correr, cantar, reír y llorar, llorar mucho cuando VALE la pena sentir y derramar lágrimas por personas que se aman de verdad y que por razones de la vida misma mísera materialista debemos muchas veces pasar horas de horas lejos de los seres queridos, mientras que la vida se nos va y no podemos administrar balanceadamente nuestro TIEMPO con ellas para brindarles todo el amor que necesitan y nosotros simplemente dar abnegadamente.
Aprendí que el ser humano, reacciona tarde, cuando se da cuenta que no tenemos tiempo de retribuir un beso o abrazar al padre o decirle mirándole a los ojos por tres minutos a tu mamá, lo condescendiente que ha sido con uno y agradecerle por haber cuidado con tanto amor prolijo en tus primeros años.
La vida se nos va tan rápido, que me he puesto a pensar a estas alturas de mi vida, ¿Por qué somos necios en guardar rencor, odios y nos dejamos vencer por el orgullo, la soberbia y la vanidad? Y no nos rendimos al simple hecho de amar y perdonarnos los unos y otros, incluso de aquellos “lobos” que se nos acercan con maldad disfrazados con intenciones amigables de manso cordero.
Volviendo a lo que mencionaba, estaba saliendo de la iglesia, de las muchas veces que asistía y me había dado cuenta que todos los viernes y sábados que asistía por la tarde había entre la multitud de feligreses un anciano de ralo cabello gris, de estatura baja, con cierta dulzura que se reflejaba en su rostro a pesar de su pobreza física, siempre lo veía orando con ahínco arrodillado, inclinándose y ocultando su cabeza de cabellera lacia, sólo, siempre sólo a la misma hora en la iglesia, frente a la imagen de la Virgen María Auxiliadora.
Lo venía observando por mucho tiempo desde mi asiento dentro de la iglesia en Magdalena, y hoy exacto, después de tanto tiempo, no hace mucho; la semana pasada, al pasar por su lado le sonreí tímidamente y me respondió la sonrisa cálida, amable, pura y hasta inocente se la percibí, sentí una calma interna inexorable.
Lo que sí sé es que sentí en mi corazón, todo su sufrimiento vivido en su mirada de anciano humilde a pesar de sus arrugas notorias, y sus manos sucias, callosas, robustas las percibí como manos que una vez había acariciado hijos extrañados....
Y no sé porqué las lágrimas afloraron resbalando entre mis mejillas, sollocé quedo mirándolo, y él sólo atinó a mirarme y sonreírme como consolándome él a mí.
Fue un regalo que apaciguo mi melancolía al recibirlo de un andrajoso totalmente desconocido, de un anciano vagabundo, la sonrisa de aquél ángel que dormía en las esquinas del parque, sin hogar. Nunca supe más de él, pero sentía que le conocía, venía observándolo hace muchas semanas atrás, desde el 3 de Mayo de aquél año.
La penúltima vez que lo vi, decidí darle la limosna asignada a la iglesia, que casi nunca entregaba por cuestiones de ética cultural histórica, se la entregué con alegría, sobre la palma de su mano que aferré con dulzura y firmeza, como para que tuviera siquiera un menú o cinco panes en su estómago, agradeciéndole al Universo, por enviarme una SONRISA pura, mediante ese humilde anciano. Créanme que la necesitaba mucho, una sonrisa amigable, una sonrisa que no podía hallar en nadie de los que decían estar cerca de mí, de aquellos de profesión, saco y corbata, ni en mis dos únicas hermanas a pesar que ahora las amo y quiero mucho, por el resto de vida que me queda.
Necesitaba esa sonrisa que era la misma que veía reflejada en esos dos lindos hermosos ojos de la persona que extraño con toda mi vida. La misma sonrisa de ella cuando me cantaba la canción de Michael Jackson; "The lady in my life". Mientras hacia sus trabajos de investigación para los chicos en la escuela donde enseñaba, en la computadora del segundo piso de mi casa.
La misma sonrisa que se desvaneció de mi vida, una tarde repentinamente el día de la madre, esa misma tarde gris recordé cuando falleció primero una ex novia a la cual representaba mi vida ida, y el mismo sentimiento de culpabilidad que sentí de impotencia cuando la sonrisa se me volvió a marchitar de mi esencia honda, al morir mi hermana mayor de diabetes hace tres años.
Y ahora, caminando solo, cabizbajo por las calles friolentas, húmedas de Magdalena, bajo ese cielo tan típico de “panza de burro” que tiene Lima. Pienso en todos los amigos verdaderos que perdí, y los pocos que tengo lejanos físicamente porque viven en Estados Unidos y la lejana Escandinavia y la tristeza me sepulta en lo más profundo de mi mísera soledad gris.
La sonrisa añorada tarda en dibujarse sobre mi rostro demacrado, cuando teniendo tan cerca a los padres de la persona que más amaba en el recuerdo no puedo ir a abrazarlos, compartir una charla amena con su padre y demostrarle mi afecto y amor, darles un ratito de mi presencia, hacerlos sentir bien con mi presencia, de decirles que tienen la más bella hija, la mujer más encantadora, la más sacrificada hija, la maestra más dulce que alumno de primaria haya tenido en su infancia, una mujer que lucha por ser alguien ante la sociedad, tan llena de valores morales infinitos en este mundo material, burdo e hipócrita. Que tienen una hija que lleva el mismo sentimiento y coraje que me enseñó mi madre cuando pequeño: sentimental, emotivo y súper sensible con el entorno no sólo con la energía de los humanos sino con la misma naturaleza, sentimientos que confirme haber aprendido mucho mas tarde; cuando radicaba al norte extremo de Suecia.
Y ahora, recordando al anciano sentado en la Iglesia, orando con su cabeza oculta entre sus manos cetrinas, inclinado, reverencialmente por la fe, motivaba siempre a la salida el retrasarme al caminar para observarle hasta lograr me vea y me regalase esa sonrisa que tanto apreciaba y que me devolvía la vida, me daba fuerza para luchar cada mañana, porque mañana quería estar feliz y sano para DEVOLVERLE a la persona que tanto amaba, la misma sonrisa, porque le debo, le debía la vida por todo lo que me había obsequiado en dos años seis meses, que sin embargo y pese a todo lo sucedido luego; hoy día ella se marchó lejos. Porque como ella dijo, “los seres humanos somos imperfectos y cometemos a veces locuras y errores…” Gracias Catherine, te amo aún a través de la distancia y de tu grave desacierto, sólo quedará la melodía de aquella “Danza del Hada de Azúcar” de Tchaikovski, que me hacía recordar tu dulce sonrisa incomparable que todas las tardes me regalabas sin pedir nada a cambio, nada, absolutamente nada.


Written By: Dave Alonso De la Cruz. Wednesday June 16, 2010. Lima-Perú.

*Para los que quieran contactarme y escribirme, pueden hacerlo en: delacruzmarin@gmail.com

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