David Alonso De la Cruz

lunes, 10 de enero de 2011

El recuerdo siempre quedará impregnado en mi alma

Cuando Madonna, te hacía recordar tu infancia...y yo no sabía nada de aquello.

























Hace exactamente tres años, que debimos seguir amándonos o mejor dicho yo recordando con una sonrisa inmensa como el azul cielo que cubre la inmensidad de Magdalena del Mar, un día como hoy, 12 de enero, caluroso y despejado que nos volvimos a encontrar despúes de tantos años de separación mediática, como cuando Sir Justin llegó al hogar vació que tuve allá por los meses del 2000, o mejor dicho de "polizonte", metiéndolo entre mi mochila, y cuando Irene, mi hermana mayor pegó un grito al verlo, sobre el piso de la cocina tomando leche tibia del mismo plato que ella usaba creo para almorzar.
Y te recuerdo a tí, porque fueron tus hermanos que me confirmaban lo bien que te divertías con ellos cuando eras la "princesita" de la casa y tus padres amorosos (sobre todo tu padre) con nostalgía tenían que dejarlos a ustedes encerrados en la casa de San martín de Porres, mientrás ellos iban a trabajar. Pero ustedes si que sabían pasarla bien en la casita, jugando pelota, al acertijo (Buscando tesoros con notas escritas en papelitos), y una que mil travesuras dignas de tu infancia diáfana que conservo como mías vividas, mientras en ese mismo tiempo yo al lado no hacía mucho con Sir Justin el encantador samoyedito que en casa nadie querían que yo tuviera como mascota, o mejor dicho no estaban dispuestos a concederme el anhelo de compartir nuestra casa con un perrito recien nacido, que compré en una veterinaria del Jockey Plaza.
Fuiste tú quien, como cualquier chica de doce años, se aventuraba a escuchar desde el balcón la música estridente de la discoteca que había al frente de tu casita, cruzando la avenida Perú, y desde allí embalconada cuidabas de tu hermano mayor en el momento que cruzaba la pista para entrar a ese recinto y no regresaría sino más tarde, por la madrugada ebrio y tú ya estabas abrazadita a tu almohadita y abrigada calzando tus calcentines blancos de lana bajo tu colcha fucsia.
- Mi hermano el gordo Gutierrez es lo máximo – exclamabas con tus ojitos divinamente coquetos mirando al cielo, lo comentabas graciosísima varias veces, cuando te pedía que me volvieras a contar lo mucho que se divertían los tres en tu casa todos los viernes por la noche.
Y, así fué, de todas las mil y unas cosas que me contabas, la más divertida era aquella que te subías a la cama, vestida con trapitos, ropa vieja y todo lo que encontrarás simulando ser madona, mientras tu hermanito, con su tocadisco de cajita portátil ponía a tocar su longsplay (esos discos grandes de vinilos y duros antiguos de los años ochenta) pensando que era un concierto majestuoso de la reyna de la música pop. Y tú toda coquetísima inmaculada cantando, emulando con microfo en mano sobre el escenario, mientras tu hermano mayor simulaba ser el que vendía la canchita entre el público asistente, en los "cortes", mientras te ibas a tu dormitorio para cambiarte de vestuario para la otra canción, que el gordito Gutierrez, muy habilidoso seleccionaba como experto DJ a sus 18 años de edad. Desde entonces manos a la obra, todos los fines de semana había concierto con estadio lleno alrededor de la cama de tu hermano. Y la música lo más ruidosa posible que la portátil tocadiscos pudiera subirsele el volúmen, podían pasarla entre ustedes tres, bailando al ritmo de Madona. Mientras que yo, en esos instantes, lejos pero cerca ponía en marcha mi plan para que Sir Justin se quedara en nuestro hogar. Pero que no fue necesario porque, Sir Justin con habilidades casi humanas, comenzó adueñándose de la casa y de los corazones de mis tres hermanas mayores, incluso la de Mina, la más dura de roher. ¿Por qué digo que con habilidades casi humanas? Porque Sir Justin no era un perro normal. Es más, estaba completamente seguro que no él no sabía que era un perrito. No se había enterado.
Siempre te prestaba mucha atención, cuando me narrabas con lujos de detalles de lo bien que la pasaban y yo atento sin pestañar pero con una sonrisa a flor, radiando dicha, disfrutaba el momento como si yo también hubiera estado allí, admirando a la Madona de Magdalena del Mar. En zona VIP, primera butaca, pero parado aplaudiéndote sin cansar.
Los días de semana de diversión, o misión de vida a la que el destino te había legado era única en tu infancia, y en efecto así lo fue y me alegro mucho por ello. Parecía estar basada en que la prescencia de tus dos hermanos fuera un regalo de una madre protectora divina hasta esperar que llegase agotada tu mamá abnegada y amorosamente cansada de tanto trabajar de pie como maestra enseñando a sus alumnitos de primaria y con sus tacos número ocho, del colegio de frente a la casa, para comer algo del almuerzo del día, que ustedes preparaba con mucho entusiasmo y cariño.
Mientras yo con mi hijo "putativo" parecía que él solía medirse más y congeniar con Lidia, mi hermana intermedia, a pesar que fue Irene Vitalia, la del grito al verlo por primera vez comer de su plato, la que más dulces le regalaba. Pero poco a poco fue encontrando la manera de hacernos sentir que él no sólo era parte de la casa sino el rey de la casa, faltaba su trono, pero a falta de sillón real, estaba su lindo chalet que mi hermana Mina un día con su pensión de militar, le compró para él solito, un lindo chalet al que pintamos un sábado por la tarde de color rojo y verde.
Pronto me sorprendí viendo a mi hermana Lidia amarrándole chalinitas al cuello, más preocupada por su abrigo que por el de ella, aún en pleno otoño. Pronto Sir Justin fue armando su propio closet con casaquitas y chompitas de distintos colores y texturas, al punto que, una vez terminada la temporada, tenía que hacer donación para los perros pobres de la calle sucre.
Luego tú me contaste que una vez un perro de enormes proporciones te correteó a lo largo de tres cuadras, pero nunca te alcanzó, porque corriste como quíen ve a satánas calato, y gracias a tu agilidad, te salvaste de sus lenguetazos y es que el perrote enorme que te corretió, fue un samoyedo adúlto, juguetón y nunca viste como movía su rabo de contento, porque al verte correr, pensó que estabas jugando con el alegre samoyedo. Es que llanamente así son ellos, no tienen malicia canina ni instinto salvaje, ellos son los únicos de su raza que no saben que son perros. Y tú te diste la carrera del siglo, y tu mamí con el corazón en la boca, tocándose el pecho, asustada con los colores sobre su hermoso rostro agitado de verte salir corriendo despavorida al bajar del auto de tu padre, cuando sin querer inocentonamente lo llamaste al enorme perro. Con el final acaecido.
¿Por qué (me preguntaba sobre todo, yo echado en mi cama) Sir Justin logró conquistar a mis hermanas al punto de llevarnos a hacer cosas insólitas? Cosas extravagantes como por ejemplo lo de la chalinita, o la elección de su nombre de pila, exceso que lo atribuyo a mi mismo, pues muchas veces lo veía ahí contemplándome, esperando que le dijiera; -¡Justin coje tu cadena vamos a Magdalena!- También llegué a sentir que él fue durante mucho tiempo parte de la rutina familiar.
Es muy fácil, ahora que te recuerdo y evoco la memoria de mi hijo mascota, antes que una bandada de mocosos irreverentes se atrevieran a envenenarlos, hechándole bocado tras las rejas de mi cochera, cuando una tarde soleada de primavera, los dejé salir al patio para que se refrescaran, con su hija Lady Vanessa y ambos murieran sin poder darme cuenta a tiempo de ese acto criminal. Hay en todo ello ciertas actitudes y han ocurrido ciertos sucesos en nuestras vidas que han terminado definiendo las doce razones por las que se me va hacer crudo y difícil olvidarme de tí, de tus conciertos como madona mientras, Sir Justin crecía al lado mio, en mi vida vacía que él me la lleno con tanto amor incondicional humanizándo mi propia existencia:
1. Su mirada pura y el color de ojos, chocolate almendrados.
2. Las mil y millones de veces que solíamos irnos de atracon a cuantos restaurantes o pollerías, heladerías, snack bars y chifas terminabámos comiendo toda clase de alimentos (incluso pensando en llevarle algo a mi hijo Justin, pero tú me aconsejabas que era malo para su estómago).
3. Su primera vez de mi Justin, fue a su edad madura, como yo; y encima su "novia" tuvo que venir a nuestra casa, para que se dejara pisar (para mi mala fortuna) la dueña de su "novia" vivia alrededor de un parque de drogadictos y me timó con los cachorro, más tarde supe que nacieron seís cachorritos y ella me negó a todos aduciendo que había abortado. Vieja sinverguenza.
4. Como consecuencia de ese "aborto", ambos quedamos traumatizados, y tú fuistes muy consciente de ese hecho, y supiste apoyarnos a ambos, de manera muy gentíl y amorosa (meses más tarde conoció a su segunda "novia" la cual le dió cuatro hermosos bebés samoyeditos, una de ellos sería Lady Vanessa, la que nos ganó el corazón a toda la familia y optamos por conservarla con nosotros, ya eramos una familia entera, Justin, tú, la bebé Vanessa y yo con mis tres hermanitas).
5. Nunca tuvieron un entrenador de perros (esa raza de perros no sirven para eso, porque siempre terminan haciendo lo que ellos quieren al igual que a tí, lo cual suponía que equivalía a una terapia psicológica, urgente de ustedes, antes que fuera demasiado tarde) .... Y que en efecto fue demasiado tarde, hoy ya no estas a mi lado debido a tu incontrolada ansiedad y yo a mi testarudez de gritón pero nunca celoso de nada ni de nadie, solo precavido por las circunstancias de esa sociedad mala, la misma que enveneno a mis perros.
6. Por supuesto, no aprendimos nada de nada, de como amar a esos lindos animalitos de Dios, aún cuando un día saliendo de tu trabajo ¿te acuerdas? Vimos un samoyedo aparentemente vagabundo, y tú tan linda y bella, corriste buscando una veterinaria abierta a las 4pm, tres cuadras más abajo de tu colegio donde trabajabas como profesora nombrada; para comprar ipso facto, una correa y llevarnoslo a la casa, a pesar que teniamos que ir a matricularte porque habías ingresado a la San Marcos para tus clases de post grado. Por eso cada vez que suena el timbre de la casa, ó ladra un perro corro a la ventana pensando que eres tú que viene con Justin resucitado y trayendo barquillos de helados "Frío rico" para los tres.
7. Le querían castrar, su doctora decía que una vez que ha pisado, deberían castrarlo, yo me embrabuqué y fiel a mi estilo, salí vociferando del consultorio veterinario gritando que al que van a castrar fuera al abuelo de la doctora y nunca más regresamos a su consultorío, y más bien del susto, quedé yo con una "impotencia viríl" involuntaría por varias semanas en clara defensa y apoyo con nosotros los machos ALFAS.
8. Semanas después de que entrarás a trabajar en ese colegio Mozartino, vino la experiencia esa tuya de irte a la cevicheria "El jibarito" por que otro "perro" humano dizque "alfa" venía ya medianamente a querer orinar en terreno propio, y yo quedé peor aún destrozado con los recuerdos de tu infancia.
9. La noticia fue tomada con calma por parte de mis dos única hermanas (en el transcurso de ese año, tú bien sabes lo mucho que nos apoyastes moralmente cuando falleció Irene Vitalia debido a su diabetes, ya con las sorpresas que nos habías dado a todos, tu familia y mis dos hermanas, no fue tan duro pasar los cuatro meses llorando, como cuando mis consentidos se fueron al cielo de los perritos).
10. Me permití una noche de excesos, en la que tomé con whiskie un par de tiras de Clonazepam para dormir que compré en la farmacia DEZA, a pocas cuadras de tu casa en Magdalena del Mar. Cómo para soñar que vivía con ustedes y que resultó solamente en dormir tres días enteros y despertar con una depresión horrible.
11. No recordar tus momentos felices, sobre todo esos cuando sólo tu prescencia iluminaba el vacio de amor que había en mi casa, cada vez que tú venías mis hermanas estaban tan felices, y eso nadie lo hiso, en serio nunca nadie lo había logrado, bueno en fin sí, sólo Justin y su hija, lo cual parece otra prueba de que aún no te enteras de que eres más humana que el recuerdo del amor de mis dos mascotas hacía mi ser.
12. Aún ahora, sólo queda "El adíos" pero la tierna sonrísa tuya en mi memoria para el bien y nada mas. Amor no puede haber donde jamas pudo brotar. Y las fotos con Sir Justin y Lady Vanessa dicen por lo contrario: Cuanto extrañamos a la Madona de Magdalena del Mar, ¡foto!, ¡foto! - Y la imagen tuya viene como prescencia al instante por todos los hermosos recuerdos de tu infancia y ellos enseñándo los filudos colmillos a modo de gentíl y mimada sonrisa de extremo a extremo. De ello hay pruebas para el bien.


Written by David Alonso De la Cruz.
















*Para los que quieran escribirme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

No hay comentarios: