David Alonso De la Cruz

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Quíenes son los verdaderos culpables de la actual La deuda pública en España?

Aznar mamóm de Bush...


Aznar, como Balir y en parte Berlusconi, fue cambiando de posición a la cola de los cambios de Bush. Mientras la diplomacia española machacaba inicialmente con conseguir a todo precio que Saddam Hussein aceptara el retorno de los inspectores de la ONU, cuando la Casa Blanca radicalizó su postura, la imitó a pie juntillas, sin más demora. Así, en cuestión de días y sin mediar paradójicamente más que la aceptación de Irak para la vuelta de los inspectores, el gobierno español daba un paso más allá y llamaba a "terminar con la amenaza que supone Saddam Hussein". Sólo un día antes, el Partido Popular había impuesto su mayoría en el Congreso para rechazar la iniciativa de la oposición, que proponía que España no se comprometiera con una acción unilateral de Estados Unidos contra Irak sin el respaldo de Naciones Unidas.
Aznar, cómo no, volvió a ofrecer a Bush, como antes contra Afganistán, el apoyo "sin condiciones" de España. En abríl ya había dado otro paso importante en el estrechamiento de las relaciones con Estados Unidos, al enmendar el Protocolo del Convenio de Cooperación existente en materia de Defensa entre los dos países, para poder autorizar a servicios de investigación de la Fuerza Aérea y de la Armada norteamericanas a actuar en territorio español. Su misión estaría ligada directamente con la protección del numeroso personal con que cuenta el gobierno estadounidense en España.
El Presidente Aznar ha sido también un intermediario clave de Estados Unidos ante la UE para conseguir que ésta diera luz verde a sus miembros para poder firmar contratos bilaterales con Washington dando inmunidad a sus tropas y diplomaticos ante la Corte penal Internacional. El gobierno español, por su parte, obtendría apoyo de los servicios de Inteligencia norteamericanos en su lucha contra ETA, organización que fue incorporada el 2 de noviembre de 2001 a la lista de organizaciones terroristas confeccionada por Washington, a las que el Ministerio del Tesoro puede congelar sus bienes.
Previsiblemente, el abierto embanderamiento de José María Aznar al lado de Bush y Blair en la cruzada contra Saddam de 2003, será recompensado también por Estados Unidos con la concesión a España y sus empresas de una parte al menos de las numerosas y valiosas obras de reconstrucción de Irak y de la explotación de sus fuentes energéticas.





EL PAPEL DE ESPAÑA


La decisión del gobierno de Aznar de respaldar incondicionalmente a los Estados Unidos en su particular cruzada puso en aprietos a España durante el incidente que tuvo lugar cerca de las costas yemeníes en diciembre de 2000. A petición de la Armada norteamericana, las dos fragatas españolas destacadas en la zona persiguieron durante cinco horas a un barco considerado sospechoso y, ante su negativa a detenerse y permitir ser inspeccionado, fue abordado por fuerzas especiales españolas tras disparar contra él varias ráfagas de ametralladores. Una vez que expertos militares estadounidenses se unieron a las fuerzas españolas para inspeccionar el buque, que resultó provenir de una fábrica norcoreana, descubrieron 15 misiles Scud y 85 bidones con productos químicos escondidos bajo una gran cantidad de bolsas de cemento. Tanto el ministro de Defensa español como los comandantes de las dos fragatas españolas que intervinieron en el operativo reivindicaron con gran orgullo el éxito alcanzado. Colin Powell felicitó publicamente a Aznar por el apoyo prestado. El gobierno español sentía que con tan inusual actuación de las Fuerzas Armadas en el extranjero se demostraba el acierto de haber decidido cooperar con la administración Bush. La participación en la coalición antiterrorista arrojaba supuestamente frutos concretos. Era una buena manera de taparles la boca a los críticos de la oposición que denunciaban el servilismo de España ante Estados Unidos. Sin embargo, las cosas cambiaron en cuestión de horas, cuando Estados Unidos descubrió que las armas incautadas al barco norcoreano iban dirigidas al dictador de Yemen, Ali Abdullah Saleh, quien habría pagado por ellas cerca de 40 millones de dólares. El líder yemeni había dejado de ser considerado enemigo por Estados Unidos sólo dieciocho meses antes, cuando, oportunistamente, aceptó las presiones de Washington para que se uniera a la cruzada antiterrorista internacional y permitiera la instalación de tropas y logística militar norteamericanas en su territorio. Abdullah Saleh se había comprometido a no seguir comprando armamento a China, pero en esta ocasión adujo que la carga del SO San era la última entrega de una partida contratada años antes. El presidente de Yemen, que fue durísimo con España, exigió la entrega de la mercancia y le fue entregada. Estados Unidos, agradeció sus servicios a los mandos de las dos fragatas españolas que intervinieron en la operación, pero les dijo que su trabajo ya había terminado y que había que dejar que el barco siguiera su camino hasta un puerto yememi. El presidente Aznar consideró "normal" el desenlace de ese incidente y, al igual que su ministro de Defensa y su ministra de Relaciones Exteriores, se negó a cualquier tipo de autocrítica. Estados Unidos había violado el embargo de armas que pesa sobre Corea del Norte, país al que, por otra parte, considera pieza fundamental del "Eje del Mal"; había dado por buena la afirmación de su flamante aliado Yemení de que la carga pertenecía a un viejo contrato y España respladó la postura de Bush de dar por "legitima" la venta de misíles, dado que su destinatario se había incorporado hacía poco al bando de los "buenos". El cuartel de Bétara, enn Valencia, se convertirá previsiblemente en uno de los centros importantes de coordinación y dirección de las misiones de la nueva Fuerza de Respuesta Rápida de la OTAN.









A partir del 11-S, la colaboración de España con Estados Unidos se ha incrementado radicalmente. Después de esa fecha, el gobierno español ofreció y facilitó a Estados Unidos sin limitaciones de ningún tipo las bases de Rota y Morón para su guerra en Afganistán. Tanto el PSOE como izquierda Unida criticaron al gobierno por haber enviado rápidamente, sin consulta alguna al Parlamento, dos fragatas y un buque de apoyo logísitico al océano índico occidental, en respaldo de las operaciones de Estados Unidos en la región, así como helicópteros de transporte Superpluma del Ejército de Tierra, para las acciones en el propio Afganistán. A petición del Pentágono, España destacó también un avión de patrulla marítima P-3 Orion en la base francesa de Djibuti, situada en el estrecho que une el golfo de Adén con el mar Rojo, al norte de Somalía, otro de los países controlados con lupa por Estados Unidos dentro de la cruzada "LIBERTAD DURADERA". Desde el primer momento después del 11-S y sin que Estados Unidos hubiera presentado pruebas contundentes sobre la autoria de los atentados, España se puso a disposición de Bush. El entonces ministro de Relaciones Exteriores, Josep Piqué, admitia ante el Congreso, el viernes 5 de Octubre de 2002, que la embajada de Estados Unidos se había limitado a leer "las pruebas" contra Kabul y Al Qaeda ante el secretario de Estado de Política Exterior español, Miquel Nadal, y el secretario general, Javier Garrigues, pero que en ningún momento se les proporcionó documentación alguna sobre el tema. A pesar de ello, España se dio por satisfecha sin más con tales explicaciones verbales sobre un tema tan delicado, del cual habrían de depender miles de vidas.
*Para los que quieran escribirme para contactarme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

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