David Alonso De la Cruz

miércoles, 14 de mayo de 2008

MIGRANTES EN EUROPA


Latinas queridas y explotadas
BRUSELAS. Los europeos las prefieren porque, además de honradas y trabajadoras, son afectuosas con los niños y ancianos que cuidan. Se han convertido en el sostén de miles de parejas europeas que, sin su concurso, difícilmente podrían combinar carrera profesional y familia. Muchos las quieren y respetan, pero muchos más se aprovechan de su vulnerabilidad como inmigrantes y las explotan. Ni los gobiernos nacionales ni la Unión Europea (UE) parecen interesarse mucho por la suerte de las empleadas del hogar inmigrantes, pese a que los sociólogos y economistas las consideran un pilar importante de la Europa del siglo XXI. Irma, una peruana de 51 años, que lleva seis años viviendo en Bélgica, todavía se estremece cuando recuerda sus comienzos como empleada en este país: “Vivía casi aislada al servicio de una pareja de ancianos. Ella era una condesa. La casa era un castillo. Pero yo ganaba solo 500 euros y salía solo una vez al mes. Trabajaba de sol a sol y mimaba a la señora que sufría de la indiferencia de sus hijos. Yo había dejado atrás a mis tres hijos en Lima. La menor tenía 14 años, fue la que más sufrió la separación, no quería estudiar y tenía malas juntas. Mi papá sufría de cáncer terminal. Les enviaba todo el dinero que podía, rezaba por ellos y lloraba…”. Patricia, otra compatriota, de 29 años, también comenzó cama adentro: “Trabajaba desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche. Hacía todo en la casa y era como una madre para las hijas de mis empleadores: les cocinaba, las llevaba al colegio, las cuidaba… Mis patrones eran españoles. Son de lo peor: quieren pagarte lo que se paga en España, pese a ser funcionarios de la Comisión Europea, gente de mucho dinero. Con lo que ganaba a duras penas ahorraba para mandarles dinero a mi madre y a mi novio, con quien quería comenzar un negocio en Lima”. Las historias de Irma y Patricia no son excepciones. Lo confirma Ana Rodríguez, responsable del tema de los sin papeles en un sindicato belga: “Los peores abusos los sufren las mujeres inmigrantes que trabajan como empleadas del hogar, cama adentro: viven aisladas, no tienen contratos, reciben salarios muy bajos y les exigen disponibilidad total”. Por trabajar de 12 a 16 horas diarias ganan un salario promedio de 600 euros. Una belga puede cobrar hasta 1.400 euros por trabajar ocho horas de lunes a viernes. “Las inmigrantes, como se encuentran en situación ilegal, tienen temor de reclamar y denunciar los abusos. No les alcanza el dinero porque por lo general han contraído deudas para emigrar y envían remesas para los niños o padres que han dejado en sus países de origen”. Esta situación no es exclusiva de Bélgica. “En toda Europa observamos que el sector formado por las mujeres inmigrantes en situación irregular que trabajan en los hogares es uno de los más vulnerables y peor tratados del mercado laboral”, afirma Fe Jusay, coordinadora de la Red Europea de Organizaciones de Trabajadoras Domésticas (Respect). “Nuestra plataforma conoce de muchos casos de empleadas del hogar que reciben solo tres euros por hora de trabajo. Ocurre en Holanda, por ejemplo. Es un abuso tremendo. E indigna saber que las mujeres europeas que optan por trabajar a tiempo completo pueden llegar a duplicar sus ingresos gracias a sus empleadas, a quienes les dan migajas”.
MISIÓN EN EUROPA
Los sociólogos emplean de más en más el término “reconciliadoras” para referirse a las empleadas del hogar y a su misión en la Europa actual. Se trata de una legión de mujeres sin papeles que está brindando atención y cuidados a un número creciente de ciudadanos europeos que necesita auxilio: familias con hijos y ancianos que no pueden valerse por sí mismos y no pueden o no quieren terminar su vida en un asilo. Paradoja en la lucha por la igualdad, ¿fracaso del feminismo?: Cada vez más mujeres europeas acceden al mercado laboral, no porque este se haya tornado más flexible o porque las tareas del hogar estén mejor distribuidas entre el hombre y la mujer, sino porque otras mujeres, sin papeles y mal pagadas, están haciendo el “trabajo sucio”, permitiendo a sus patronas “reconciliar” carrera y vida familiar. Amandine Bach, experta del Lobby Europeo de Mujeres (LEF), ha observado este fenómeno: “Antes, hace unos años, eran las clases altas las que contrataban trabajadoras domésticas. En la actualidad cada vez más familias de clase media las emplean a tiempo completo o por horas para que se hagan cargo de las tareas del hogar y en especial del cuidado de los niños. En las grandes ciudades europeas, en donde suele haber déficit de guarderías infantiles, este fenómeno es muy pronunciado”. Respect denuncia que pese a su presencia numerosa y a su aporte fundamental, las autoridades nacionales y de la Unión Europea actúan como si las empleadas no existieran. “¿Por qué la Comisión Europea promociona la llegada de inmigrantes calificados y no hace nada por los derechos de quienes ya están aquí y contribuyen de manera decisiva al bienestar de los ciudadanos europeos?”, se pregunta Fe Jusay. Respect y otras organizaciones abogan porque el trabajo doméstico obtenga el estatus de actividad laboral con plenos derechos y que, dada las penurias de las trabajadoras de dicho sector, se organicen regularizaciones y se abran canales para la inmigración legal. En el contexto de la crisis actual estos son objetivos casi quiméricos. El fantasma del desempleo cunde por Europa. Salir en defensa de los inmigrantes parece blasfemia política. Irma y Patricia han mejorado sus condiciones de vida en los últimos años. Ya no trabajan cama adentro. Trabajan por horas, les pagan entre 7 y 9 euros. “Ya no me dejo explotar como las chicas recién llegadas”, dice Patricia. “Ahorro lo más que puedo. Mando plata para construir mi casita allá en el Rímac”, cuenta Irma. “Además, mi hija mayor acaba de tener una niña, la tengo que ayudar”. Ambas quisieran regresar al Perú, pero tienen muy fresco en la memoria el recuerdo de un país con pocas oportunidades para ellas. “Mientras tenga fuerzas y el señor me lo permita seguiré trabajando duro”, concluye decidida Irma. SEPA MÁS¿Quiénes y cuántas son? Se calcula que el número de inmigrantes en situación irregular en Europa bordea los 8 millones. Más de la mitad serían mujeres. La gran mayoría de ellas está al servicio de familias con hijos o de ancianos. En el sur de Europa, en España e Italia, se concentra la mayoría de las empleadas del hogar ilegales provenientes de América Latina. En Italia, se sabe que después de las ucranianas, filipinas y rumanas, el grupo más importante de empleadas del hogar lo constituyen las peruanas y ecuatorianas.



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