David Alonso De la Cruz

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martes, 13 de enero de 2009

Tatiana Sávicheva, una pequeña héroe de LENINGRADO



Por favor sirvase hacer click previo en el VIDEO, para escuchar la música mientras continua leyendo lo que sigue a continuación. Gracias - Dave-



Tatiana

Dos días despues de Navidad, me encontraba viendo las noticias por la TV (CNN) y al contemplar los terribles ataques que sufrió el pueblo Palestino y que actualmente continuan recibiendo los palestinos, por parte de los militares israelíes y las atrocidades cometidas tras el bombardeo para sitiar las colonias en la franja de Gaza, recordé algo que hace mucho tiempo cuando radicaba en Escandinavia, me contó una amiga doctora rusa en Stockholm (Suecia) recordando a su familia cuando sufrieron el bombardeo al pueblo de Leningrado, donde perdieron la vida sus abuelos maternos durante la ocupación alemana. Allí entre los escombros hubo una heroina entre los muchos niños que sobrevivieron bajo el intenso bombardeo al pueblo ruso por parte de las tropas Nazis. La real historia completa es algo asi como se las transcribo:

Tatiana Sávicheva

Tania Sávicheva y su diarioTatiana Nikoláyevna Sávicheva (en ruso: Татьяна Николаевна Савичева), referida comúnmente como Tania Sávicheva (Таня Савичева) (25 de enero de 1930 - 1 de julio de 1944) fue una niña rusa que escribió un breve diario durante el asedio de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. El diario que le sobrevivió era corto pero conmovedor.


El diario de entre los documentos presentados como prueba en los Juicios de Núremberg se encontraba una pequeña libreta que perteneció a la escolar Tania Sávicheva, de Leningrado. Hay fechas en seis páginas, con una muerte asociada a cada una. Seis páginas — seis muertes. Nada más, solo notas breves y concisas y una observación final:

Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas.
La abuelita murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 p.m.
Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 a.m.
El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, 2 horas después de la medianoche.
El tío Lesha el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 p.m..
La mamá el 13 de mayo de 1942 a las 7.30 a.m.
Los Sávichev murieron.
Murieron todos.
Solo quedó Tania.
Tania Sávicheva era la más joven de la familia de un panadero, Nikolái Rodiónovich Sávichev, y una costurera, Mariya Ignátievna Sávicheva. Su padre murió pronto, cuando Tania tenía solo seis años, dejando a Mariya Sávicheva con cinco hijos — tres niñas, Tania, Zhenia y Nina, y dos niños, Mijaíl y Leka. La familia planeó pasar el verano de 1941 en el campo, pero la invasión de la Unión Soviética por parte de Alemania el 22 de junio arruinó sus planes. Todos, excepto Mijaíl, que ya se había marchado, decidieron quedarse en Leningrado. Todos ellos trabajaron para apoyar al ejército. Mariya Ignátievna cosió los uniformes, Leka trabajó como cepillador en la Fábrica del Ministerio de Marina, Zhenia en la fábrica de munición, Nina en la construcción de las defensas de la ciudad. El tío Vasia y el tío Lesha sirvieron en la defensa antiaérea. Tania, que entonces tenía solo once años, cavaba las trincheras y ponía fuera las bombas incendiarias.

Un día Nina fue a trabajar y no regresó. La enviaron al lago Ladoga y después fue evacuada urgente. La familia no estaba consciente de esto y pensó que había muerto.

Tras unos días, en memoria de Nina, Mariya Ignátievna le dio a Tania una pequeña libreta que había pertenecido a su hermana y que se convertiría después en el diario de Tania. Tania tuvo un auténtico diario una vez, un cuaderno grueso en el que anotaba todo lo importante que le sucedía. Lo quemó cuando ya no había nada más para alimentar la estufa en invierno, pero conservó la libreta de su hermana.

El primer registro tiene fecha de 28 de diciembre. Zhenia se levantaba cada día cuando aún no había amanecido. Caminaba siete kilómetros hasta la fábrica, en la que trabajó durante dos turnos cada día haciendo carcasas para minas. Después del trabajo donó su sangre. Su débil cuerpo no pudo aguantar. Murió en la fábrica en la que trabajaba. Posteriormente murió Yevdokiya Grigórievna, la abuela. Después el hermano de Tania, Leka. Y, uno tras otro, el tío Vasia y el tío Lesha. Su madre fue la última. Probablemente en ese momento Tania pasó las hojas e hizo la última anotación.

En agosto de 1942, 140 niños fueron rescatados de Leningrado y llevados a la aldea de Krasni Bor. Todos sobrevivieron... excepto Tania. Anastasiya Kárpova, una profesora en el orfanato de Krasni Bor, le escribió a Mijaíl, hermano de Tania, que fue afortunado por encontrarse fuera de Leningrado en 1941: "Tania está viva, pero no tiene buen aspecto. Un médico, que la visitó hace poco, dijo que está muy enferma. Necesita descanso, cuidados especiales, nutrición, un mejor clima y, lo más importante de todo, cariño maternal". En mayo de 1944 la enviaron al hospital de Shatkovski, en el que murió tan solo un mes después, el 1 de julio de 1944.

Nina Sávicheva y Mijaíl Sávichev volvieron a Leningrado después de la guerra. El diario de Tania Sávicheva se exhibe ahora en el Museo de Historia de Leningrado, y una copia se exhibe en el Piskarevski Memorial Cemetery.



Diario de tatiana

martes, 5 de agosto de 2008

"300": Película sobre la batalla de Termópilas

La verdadera izquierda de Hollywood


El filósofo esloveno analiza las implicancias morales e ideológicas de la película “300”, que narra la historia de los trescientos espartanos que se sacrificaron para impedir la invasión del ejército persa. Contrariamente a las interpretaciones que el film suscitó, Zizek cree ver que la trama pone a los espartanos –con su disciplina y espíritu de sacrificio– más cerca de los ejércitos de resistencia árabes que del espíritu chauvinista estadounidense.
Llamado. “En esta época de permisividad hedonista como ideología imperante, ha llegado el momento de que la izquierda se (re) apropie de la disciplina y del espíritu de sacrificio. En estos valores no hay nada intrínsecamente ‘fascista’”, arenga Zizek. El filósofo advierte en la película una línea de conducta a seguir, a diferencia de los que vieron sólo propaganda norteamericana.La película 300 de Zack Snyder, la saga de los trescientos soldados espartanos que se sacrificaron en las Termópilas para impedir la invasión del ejército persa de Jerjes, fue atacada como el peor tipo de militarismo patriótico, en una obvia alusión a las tensiones recientes con Irán y los sucesos en Irak. ¿Pero en realidad son tan claras las cosas? Más bien, habría que defender la película a toda costa contra esas acusaciones. Hay dos puntos que debemos considerar; el primero tiene que ver con la historia misma. Se trata de la historia de un país pequeño y pobre (Grecia) que ha sido invadido por el ejército de un Estado mucho más grande, y más desarrollado en esa época, que además cuenta con una tecnología militar de avanzada. ¿No son acaso los elefantes persas, los gigantes y las enormes flechas de fuego la antigua versión de las armas de alta tecnología? Cuando el último grupo de sobrevivientes espartanos y su rey Leónidas mueren bajo los cientos de flechas, ¿no son de alguna manera bombardeados a muerte por tecnosoldados que manejan armas sofisticadas a distancia, al igual que los soldados estadounidenses que oprimen botones de cohetes desde lejos, en barcos de guerra bien protegidos en el golfo Pérsico? Además, las palabras de Jerjes cuando pretende convencer a Leónidas de que acepte la dominación persa no parecen de ningún modo el discurso de un fanático musulmán fundamentalista; trata de someter a Leónidas a través de la seducción, pues le promete la paz y los placeres sensuales si se une al imperio global persa. Lo único que le pide es el gesto formal de arrodillarse ante él, de reconocer la supremacía persa. Si los espartanos hacen esto, se les otorgará autoridad suprema sobre toda Grecia. ¿El presidente Reagan no le exigió lo mismo al gobierno sandinista de Nicaragua? Sólo tenían que decirle “Hola, Tío” a los Estados Unidos… ¿Y no muestran la corte de Jerjes como una especie de paraíso multicultural abierto a diferentes estilos de vida? Todos participan en orgías, diferentes razas, lesbianas, gays, tullidos, inválidos, etcétera. Entonces, ¿los espartanos, con su disciplina y espíritu de sacrificio, no están mucho más cerca de los talibanes que defienden Afganistán contra la ocupación estadounidense (o, de hecho, de la unidad de elite de la Guardia Revolucionaria Iraní, dispuesta a sacrificarse en caso de una invasión estadounidense)? El arma principal de los griegos contra la avasalladora superioridad militar es la disciplina y el espíritu de sacrificio… Y para citar a Alain Badiou: “Necesitamos una disciplina popular. Diría incluso… que ‘aquellos que nada tienen sólo tienen su disciplina’. Los pobres, los que no cuentan con medios financieros ni militares, los que carecen de poder, lo único que tienen es su disciplina, la capacidad de actuar en conjunto. Esa disciplina ya es una forma de organización”. En esta época de permisividad hedonista como ideología imperante, ha llegado el momento de que la izquierda se (re)apropie de la disciplina y del espíritu de sacrificio: en estos valores no hay nada intrínsecamente “fascista”. Pero esa identidad fundamentalista de los espartanos es aún más ambigua. Una declaración programática hacia el final de la película que define la agenda griega como “contra el dominio de la mística y de la tiranía, hacia el brillante futuro”, detallada más adelante como el imperio de la libertad y la razón, parece un programa elemental de la Ilustración, ¡incluso con un sesgo comunista! Recordemos, también, que al comienzo de la película Leónidas rechaza de pleno el mensaje de los “oráculos” corruptos, según los cuales los dioses prohíben la expedición militar para detener a los persas. Como nos enteramos después, los persas habían sobornado, en efecto, a los “oráculos” que, al parecer, recibían mensajes divinos a través de un trance extático, al igual que el “oráculo” tibetano que, en 1959, le transmitió al Dalai Lama el mensaje de que debía salir del Tíbet, y que –como sabemos hoy– ¡figuraba en la nómina de la CIA!
¿Y cómo entender el aparente absurdo de la noción de dignidad, libertad y razón, basada en la disciplina militar extrema, que incluía la práctica de eliminar a los niños débiles? Ese “absurdo” no es otra cosa que el precio de la libertad: la libertad no es gratuita, como aparece en la película. Se reconquista a través de una lucha ardua en la que es necesario estar dispuesto a arriesgarlo todo. La despiadada disciplina militar espartana no es simplemente lo contrario de la “democracia liberal” ateniense; es su condición inherente y constituye sus cimientos: el sujeto libre de la razón sólo puede emerger a través de una cruel autodisciplina. La auténtica libertad no es la libertad de elegir que se ejerce a prudente distancia, como optar por una torta de frutillas o por una torta de chocolate; la verdadera libertad es inseparable de la necesidad. Hacemos una auténtica elección libre en el momento en que la elección pone en juego nuestra propia existencia… y la llevamos a cabo porque, sencillamente, “no podemos hacer otra cosa”. Cuando nuestro país se halla bajo ocupación extranjera y nos convoca el líder de la resistencia para que nos unamos a la lucha contra los invasores, la razón que nos da no es “eres libre de elegir”, sino “¿no te das cuenta de que esto es lo único que puedes hacer si quieres conservar tu dignidad?”. No sorprende, pues, que todos los radicales igualitarios y precursores de la modernidad, desde Rousseau hasta los jacobinos, admiraran a Esparta e imaginaran la República Francesa como una nueva Esparta: hay un núcleo emancipatorio en el espíritu espartano de disciplina militar que se mantiene y perdura, aun cuando le restemos toda la parafernalia histórica del régimen de clases, la explotación brutal de los esclavos sometidos al terror, etcétera. Mucho más importante es, quizás, el aspecto formal de la película: se filmó en su totalidad en un depósito de Montreal; el paisaje y varios de los personajes y objetos fueron construidos digitalmente. El carácter artificial del fondo parece contagiar a los actores “reales”, que a menudo parecen personajes de historieta (la película está basada en la novela gráfica 300 de Frank Miller). Además, la naturaleza artificial (digital) del ambiente genera una atmósfera claustrofóbica, como si la historia no sucediera en la realidad “real”, con horizontes infinitos e ilimitados, sino en un “mundo cerrado”, una especie de mundo en relieve de un espacio cerrado. Desde el punto de vista estético, la película es superior a La guerra de las galaxias y la serie de El señor de los anillos: a pesar de que también en esas series varios objetos y personas fueron creados digitalmente, la impresión que causan es, no obstante, la de actores digitales (y reales) y objetos (elefantes, Yoda, Urks, palacios, etcétera.) ubicados en un mundo “real”; en 300, por el contrario, todos los protagonistas son actores “reales” ubicados en un fondo artificial; la combinación produce el efecto de un mundo “cerrado” mucho más siniestro, una mezcla “cyborg” de personas reales integradas en un mundo artificial. Pero sólo en 300 la combinación de actores “reales”, objetos y fondo digital llega a crear un espacio estético autónomo y nuevo de verdad. La práctica de combinar artes diferentes, de incluir en un arte la referencia a otro, tiene una larga tradición, en especial con respecto al cine; por ejemplo, en muchos de los cuadros de Hopper, cuyo tema es el de una mujer detrás de una ventana abierta que mira hacia afuera, es clara la mediación de la experiencia del cine (muestra un plano sin su contraplano). Lo que hace notable a 300 es que, en esta película (y no por primera vez, por supuesto, pero de un modo mucho más interesante desde el punto de vista artístico, que, digamos, el Dick Tracy de Warren Beatty), un arte técnicamente más desarrollado (cine digitalizado) remite a uno menos desarrollado (la historieta o cómic). El efecto logrado es el de la “verdadera realidad” que pierde su inocencia y aparece como parte de un universo artificial cerrado, es decir, la figuración perfecta de nuestra problemática socioideológica. Los críticos que sostienen el fracaso de la “síntesis” de las dos artes en 300 están, pues, equivocados, y precisamente porque tienen razón: por supuesto que falla la “síntesis”, por supuesto que el universo que vemos en la pantalla está atravesado por un profundo antagonismo y una gran inconsistencia, pero ese mismo antagonismo es el signo de la verdad.

Traducción del inglés: Luz Freire.

lunes, 4 de agosto de 2008