PAPA PIO XI
Benito Amilcare Andrea Mussolini
La novela fue en su búsqueda: Pedro Ángel Palou estaba investigando para su próxima obra sobre el cristianismo primitivo tras la muerte de Jesús, cuando encuentra en los archivos del Vaticano una esquela firmada por Eugène Tisserant, cardenal importantísimo hacia 1930 y director del archivo secreto del Vaticano en la época de Pío XII. Es en ese momento cuando este integrante de la Generación del Crack mexicano empieza a centrarse en la figura de Pío XII: “Él fue decisivo para que el Vaticano firmara el concordato con Mussolini y luego el concordato con Hitler”. Una vez en el poder —según este historiador que en la preparatoria pensó en ser jesuita— el Vaticano recibiría parte de los impuestos de los católicos alemanes e iba a recuperar su esplendor perdido en esa época.
“El dinero del diablo”, obra finalista del Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta Casamérica 2009, sigue esas pistas bajo la novela policial y una estructura a contrapunto dividida en capítulos: se mezcla la creación con lo que el autor llama la ficción documental, donde no hay invención, y que ocurre entre 1929 y 1939.
Algunos hechos históricos de las actividades de Pio XII han dado pie a cuestionar su proceder ante el clímax antisemita contemporáneo. La más aguda critica fue elaborada por el escritor católico británico John Cornwell en su libro El Papa de Hitler, investigación biográfica sobre la vida de Pío XII, basada en archivos extraídos del Vaticano. En dicha biografía Cornwell mostró al papa como un antisemita, concluyendo en la participación directa de la Iglesia en ambas guerras mundiales, explicando así las razones que motivaron el silencio de la Santa Sede ante el genocidio de millones de judíos, gitanos, homosexuales y transexuales durante la segunda guerra mundial y la solución final de Hitler y su ejército nazi; así mismo acusó a Pacelli de dirigir la redacción del texto Humani Generis Unitas (La unión de las razas humanas), texto descubierto años después de su muerte. «Los judíos eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista se merecían la ruina material y espiritual que se habían echado sobre sí mismos», citaba dicho texto según escribe Cornwell.
En el año 2004, Cornwell se retractó de lo dicho en aquella obra reconociendo que «Pío XII tenía tan poca libertad de acción en la Roma bajo el talón de Mussolini y más tarde ocupada por los alemanes, que es imposible juzgar los motivos de su silencio». Esto tras reconocer que su error se debió a una «valoración» de pruebas sacadas a la luz después de la obra. Entre ellas se encuentra un estudio llamado El Holocausto en Eslovaquia y la Iglesia Católica, donde la historiadora hebrea Anna Foa, experta en el Holocausto, calcula que se rescataron unas 35 mil personas gracias a la labor de Pío XII.
LA OBRA DEL ESCRITOR MEXICANO SE CENTRA EN LA CONTROVERTIDA FIGURA DEL PAPA PÍO XII Y SE SITÚA EN LA LÍNEA DE UMBERTO ECO, NO EN LA DE DAN BROWN
La novela fue en su búsqueda: Pedro Ángel Palou estaba investigando para su próxima obra sobre el cristianismo primitivo tras la muerte de Jesús, cuando encuentra en los archivos del Vaticano una esquela firmada por Eugène Tisserant, cardenal importantísimo hacia 1930 y director del archivo secreto del Vaticano en la época de Pío XII. Es en ese momento cuando este integrante de la Generación del Crack mexicano empieza a centrarse en la figura de Pío XII: “Él fue decisivo para que el Vaticano firmara el concordato con Mussolini y luego el concordato con Hitler”. Una vez en el poder —según este historiador que en la preparatoria pensó en ser jesuita— el Vaticano recibiría parte de los impuestos de los católicos alemanes e iba a recuperar su esplendor perdido en esa época.
“El dinero del diablo”, obra finalista del Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta Casamérica 2009, sigue esas pistas bajo la novela policial y una estructura a contrapunto dividida en capítulos: se mezcla la creación con lo que el autor llama la ficción documental, donde no hay invención, y que ocurre entre 1929 y 1939.
¿Ese hallazgo fue la semilla de la novela?
Me entero de que Tisserant tenía un diario secreto que lo guardaba en una caja de seguridad de Basilea, en Suiza, luego se lo deja en herencia a un sobrino y este lo vende a una universidad estadounidense. Y que ese famoso primer texto que hablaba de un asesinato en realidad trataba de esclarecer lo que en el diario está bastante explícito: que el director del Instituto de las Órdenes Religiosas, lo que llamamos mal el Banco del Vaticano, Bernardino Nogara, y el secretario de Estado, Eugenio Pacelli, que se convertiría después en Pío XII, urdieron junto con Mussolini la muerte de Achille Ratti, Pío XI. Fue a tal grado que le cambiaron el doctor, y las últimas semanas de Ratti las vivió cerca de un cardiólogo poco conocido, pero hermano de Clara Petacci, la vieja y antigua amante de Mussolini. Nada más fue seguir jalando el hilo.
El libro es una historia policial, pero en su construcción hay todo un trabajo de detective. Claro, en medio de la investigación encuentro junto con otros investigadores de Harvard una renuencia a seguir abriendo los archivos de Pacelli. Se desclasificarán en el 2014. En ese momento me doy cuenta de que, más que una novela histórica, tengo una novela que puedo actualizar.
En el Vaticano que usted describe impera la pobreza. Sí, en una absoluta pobreza. Es un Papa no solo empobrecido, sino que era el tercero que había decidido no salir al balcón a dar la bendición, que se sentía prisionero del propio Vaticano. Resulta bastante anacrónico y paradójico pensar en un Vaticano empobrecido. Estaba en un momento muy duro, de la gran lucha contra lo que el papa Pío XI llamaba el comunismo ateo, con el ascenso de Stalin, y no tenía medios para hacerse cargo de la reconversión. Hay una cosa medio ideológica en él de recuperar Rusia.
Es en ese contexto donde surge la figura de Pío XII, que —según usted— gracias a él Hitler llega al poder a cambio de fondos para el Vaticano. La gran diferencia entre Pío XI y Pío XII es ideológica. En el primero hay una convicción ideológica y en Pío XII hay pura misión: devolverle al Vaticano su esplendor perdido. Por eso Pío XI hace todo lo posible por recuperar la historia, pero es ya muy tarde. Entonces necesita a un pragmático, que es Pacelli, y él necesita a un pragmático más y se trae al director del Deutsche Bank, a un judío converso tan terrible en la historia del Vaticano, pero tan interesante como Bernardino Nogara, el creador finalmente de ese emporio que es hoy el Vaticano.
El libro es una historia policial, pero en su construcción hay todo un trabajo de detective. Claro, en medio de la investigación encuentro junto con otros investigadores de Harvard una renuencia a seguir abriendo los archivos de Pacelli. Se desclasificarán en el 2014. En ese momento me doy cuenta de que, más que una novela histórica, tengo una novela que puedo actualizar.
En el Vaticano que usted describe impera la pobreza. Sí, en una absoluta pobreza. Es un Papa no solo empobrecido, sino que era el tercero que había decidido no salir al balcón a dar la bendición, que se sentía prisionero del propio Vaticano. Resulta bastante anacrónico y paradójico pensar en un Vaticano empobrecido. Estaba en un momento muy duro, de la gran lucha contra lo que el papa Pío XI llamaba el comunismo ateo, con el ascenso de Stalin, y no tenía medios para hacerse cargo de la reconversión. Hay una cosa medio ideológica en él de recuperar Rusia.
Es en ese contexto donde surge la figura de Pío XII, que —según usted— gracias a él Hitler llega al poder a cambio de fondos para el Vaticano. La gran diferencia entre Pío XI y Pío XII es ideológica. En el primero hay una convicción ideológica y en Pío XII hay pura misión: devolverle al Vaticano su esplendor perdido. Por eso Pío XI hace todo lo posible por recuperar la historia, pero es ya muy tarde. Entonces necesita a un pragmático, que es Pacelli, y él necesita a un pragmático más y se trae al director del Deutsche Bank, a un judío converso tan terrible en la historia del Vaticano, pero tan interesante como Bernardino Nogara, el creador finalmente de ese emporio que es hoy el Vaticano.
Algunos hechos históricos de las actividades de Pio XII han dado pie a cuestionar su proceder ante el clímax antisemita contemporáneo. La más aguda critica fue elaborada por el escritor católico británico John Cornwell en su libro El Papa de Hitler, investigación biográfica sobre la vida de Pío XII, basada en archivos extraídos del Vaticano. En dicha biografía Cornwell mostró al papa como un antisemita, concluyendo en la participación directa de la Iglesia en ambas guerras mundiales, explicando así las razones que motivaron el silencio de la Santa Sede ante el genocidio de millones de judíos, gitanos, homosexuales y transexuales durante la segunda guerra mundial y la solución final de Hitler y su ejército nazi; así mismo acusó a Pacelli de dirigir la redacción del texto Humani Generis Unitas (La unión de las razas humanas), texto descubierto años después de su muerte. «Los judíos eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista se merecían la ruina material y espiritual que se habían echado sobre sí mismos», citaba dicho texto según escribe Cornwell.
En el año 2004, Cornwell se retractó de lo dicho en aquella obra reconociendo que «Pío XII tenía tan poca libertad de acción en la Roma bajo el talón de Mussolini y más tarde ocupada por los alemanes, que es imposible juzgar los motivos de su silencio». Esto tras reconocer que su error se debió a una «valoración» de pruebas sacadas a la luz después de la obra. Entre ellas se encuentra un estudio llamado El Holocausto en Eslovaquia y la Iglesia Católica, donde la historiadora hebrea Anna Foa, experta en el Holocausto, calcula que se rescataron unas 35 mil personas gracias a la labor de Pío XII.
Pedro Angel Palou García es un escritor mexicano nacido en la ciudad de Puebla en 1966, hijo del escritor mexicano del mismo nombre, Pedro Angel Palou Pérez. Es autor de novelas, ensayos literarios, crónicas históricas, y se le reconoce como miembro de la "generación del crack", junto con Ignacio Padilla y Jorge Volpi. De formación literaria, ha sido funcionario público, funcionario académico, profesor universitario, investigador, editor, promotor cultural, chef, árbitro de fútbol. Tras su paso por el cargo de Secretario de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla con los gobernadores Melquíades Morales Flores (1999-2005), fue rector (2005 - 2007) de una de las instituciones de educación superior más reconocidas de México: la Universidad de las Américas Puebla (UDLA-P), Actualmente es investigador del Centro de Estudios de lo Actual y lo Cotidiano (Sorbona, París). Actualmente tiene la columna Knock Out de la revisa latinoamericana Poder y Negocios.
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