David Alonso De la Cruz

lunes, 24 de octubre de 2011

Las sagradas escrituras

....LA DESTRUCCIÓN Y EL HUNDIMIENTO DEL LLAMADO FALSO CONOCIMIENTO.....






-Es preciso que entienda- le explicó Vance- que los estadios iniciales del cristianismo son una incógnita en lo que a hechos verificables y pruebas se refiere. Pero si bien no hay muchas cosas documentadas de lo que ocurrió en Tierra Santa hace casi dos mil años, hay algo que sí sabemos: ninguno de los cuatro evangelios que forman parte del Nuevo Testamento fue escrito por coetáneos de Jesús. Lo que -añadió al ver la reacción de Reilly-, curiosamente, no disminuye la fe de los creyentes como usted.
* El más antiguo de los cuatro, el Evangelio de san Marcos o, mejor dicho, el evangelio que conocemos como Evangelio de san Marcos, ya que en realidad no sabemos quíen lo escribió, porque por aquel entonces era una práctica común atribuir los textos a gente famosa, se cree que fue escrito al menos cuarenta años después de la muerte e Jesús. Eso son cuarenta años sin CNN, sin entrevistas grabadas en vídeo y sin poder echar mano de Google para saber cuántos relatos había de gente que había estado en contacto con Jesús. De modo que, en el mejor caso, estamos hablando de historias transmitidas oralmente durante cuarenta años sin que quedara constancia escrita de ellas. Así que explíqueme una cosa, agente Reilly, si usted dirigiese una investigación, ¿qué grado de fiabilidad otorgaría a esas pruebas, teniendo en cuenta que durante cuarenta años han sido transmitidas oralmente alrededor de las hogueras por gente primitiva, iletrada y supersticiosa? Reilly no pudo contestar porque Vance se apresuró a continuar:
- Pero lo más preocupante de todo, si le interesa mi opinión, es cómo estos cuatro evangelios en concreto llegaron a formar parte del Nuevoo Testamento. Verá, durante los dos siglos siguientes a la escritura del Evangelio de san Marcos sabemos que se escribieron muchos otros evangelios que contaban todo tipo de historias sobre la vida de Jesús. Cuando el movimiento inicial se popularizó y se extendió entre las comunidades que había esparcidas, las historias sobre Jesús se distorsionaron influenciadas por las propias circunstancias de cada comunidad. Había a la vez docenas de evangelios distintos, a menudo completamente contradictorios entre sí. Y eso lo sabemos sin ningún género de dudas, porque en diciembre de 1945 unos campesinos árabes que barbechaban la tierra en la montaña de Jabal al-Tarif del alto Egipto, cerca de la ciudad de Nag Hammadi, descubrieron una tinaja de casi dos metros de altura. Al principio, no supieron si romperla o no por miedo a que en su interior hubiese un djinn, un espíritu maligno; pero, finalmente, lo hicieron con la esperanza de encontrar oro, y así realizaron uno de los descubrimientos arqueológicos más impresionantes de todos los tiempos: dentro de la tinaja había trece libros de papiro atados con piel de gacela labrada. Por desgracia, los campesinos desconocían la relevancia de lo que habían encontrado y tanto algunos libros como hojas de papiro sueltas acabaron quemándose en los hornos de las casas; otras páginas se perdieron antes de llegar al Museo Copto de El Cairo. No obstante, sí sobrevivieron cincuenta y dos textos que siguen siendo un tema de gran controversia entre los eruditos de las Sagradas Escrituras, ya que dichos escritos, comúnmente conocidos como los Evangelios Gnósticos, le atribuyen a Jesús frases y creencias que se oponen a las que aparecen en el Nuevo Testamento.
- ¿Gnósticos?- inquirió Reilly-. ¿Como los cátaros? Vance sonrió.
-Exacto-asintió-. Entre los textos hallados en Nag Hammadi estaba el Evangelio de Tomás, que autodefine como evangelio secreto y empieza con la siguiente frase: "ÉSTAS SON LAS PALABRAS QUE DIJO JESÚS VIVO Y QUE SU GEMELO, JUDAS TOMÁS, ESCRIBIÓ". Habla de un hermano gemelo, pero aún hay más. En ese mismo volumen estaba el Evangelio de Felipe, que asegura sin ambages que la relación entre Jesús y María Magdalena era íntima. Ella tiene también su propio texto, el Evangelio de María Magdalena, en el cual aparece como discípula y líder de un grupo cristiano. Están además el Evangelio de Pedro, el Evangelio de los Egipcios, el Libro Secreto de Juan, el Evangelio de la Verdad, de inconfundible tintes budistas, y la lista continúa. - El denominador común de todos estos evangelios- prosiguió Vance-, aparte de que atribuyen a Jesús hechos y palabras que difieren bastante de lo que se explica en los evangelios del Nuevo Testamento, es que consideran que algunas creencias cristianas tan básicas como la concepción por obra del Espíritu Santo y la resurección no son sino ilusiones falsas. Es más, son textos uniformemente gnósticos, porque aunque mencionan a Jesús y sus discípulos, el mensaje que transmiten es que hay que conocerse a uno mismo en profundidad para conocer a Dios, es decir, que buscando en uno mismo las fuentes de la alegría, el dolor, el amor, el odio, encontraremos a Dios.
Vance les explicó como el movimiento cristiano inicial era ilegal y necesitó de una estructura teológica determinada para poder sobrevivir y crecer.
-La proliferación de evangelios tan contradictorios entre sí podían provocar una fragmentación potencialmente fatídica. Se precisaba un líder, y eso era imposible, dado que cada comunidad tenía sus propias creencias y su propio evangelio. Al final del siglo segundo empezó a formarse una estructura de poder. En varias comunidades surgió una jerarquía de tres niveles constituida por obispos, sacerdotes y diáconos, que aseguraban hablar en nombre de la mayoría y se proclamaron guardianes de la única fe auténtica. Con esto no quiero decir que estas personas fueran unos monstruos ávidos de poder- matizó Vance-. Lo cierto es que lo que intentaron hacer fue un acto de gran valentía, y lo más probable es que temieran, y con razón, que sin un conjunto de reglas fijas y rituales que gozaran de una amplia aceptación el movimiento entero languidecería y desapareciese.


(....CONTINUARÁ!)*


*Para los que quieran escribirme para contactarme, pueden hacerlo en:
delacruzmarin@gmail.com

No hay comentarios: