Locos Unidos Urinario Mendoza y Meretricio Asencio eran dos tipos recios oriundos de la selva peruana que cada vez que por algún motivo tenían que regresar a su patria, sus amigos ocasionales que hacían al frecuentar los bares en Tingo María, tenían siempre que preguntarles lo mismo, ¿Cómo habían hecho para vivir tanto tiempo en ese lugar tan lejano y friolento, lejos de su familia peruana? Ya después vendrían al despunte de la complicidad del alcohol en sus conversaciones reveladoras, temas de los más insólitos y escabrosamente machistas. Pero lo que nadie hasta ese entonces conocía era que Urinario Mendoza y Meretricio Asencio eran primos paternos, pues entre uno y el otro no había ni siquiera una pizca de similitud o algún rasgo que los asemejara, solo la unión que los ataba como simples amigos incondicionales ante el resto del mundo. Y que esos no eran sus nombres verdaderos, pues desde que abandonaron su país natal, de esto hace ya quince años, nadie por las zonas que frecuentaron a su retorno los conocía por Rogelio Urrutia Aybar e Isaac Aybar Clement, que un grado de consanguinidad inoportuna los emparentaba en secreto. Y que todo comenzó cuando los familiares de Isaac, a comienzos de la década de los 60, se vieron en la bancarrota debido a la intervención de los militares que expropiaron ilícitamente con el pretexto de la revolución las tierras y con esto sus empresas agrarias privadas, los abuelos de Isaac, perdieron injustamente todos los fundos que poseían en las afueras de Cañete, para ese entonces, el padre de Isaac, un adolescente alto y buen mozo, el hermano menor de tres hermanos, hacía gala antes sus amigos que se tiraba a todas las empleadas de la casa, que su mama traía de sus viajes a Chachapoyas, y siempre que podía trataba de fregar a las domesticas de la casa, una vez su hermana mayor, la que vendría hacer la mama de Rogelio, lo descubrió calato forcejeando a Natty Clement, una menuda mestiza pero caderona para sus quince años tan común entre las de su pueblo, y de cuyas incursiones noctámbulas, fruto de esas visitas clandestinas, Natty Clement trajo al mundo a Isaac, la familia temerosa del escándalo y para ocultar el desliz del pervertido hijo, lo hicieron casarse por lo civil, cuando este aún frisaba los dieciocho años de edad con la empleada, pues él decía estar feliz con ella, ya que de tanto en tanto visitas clandestinas a la terraza de la casa donde se encontraban los dormitorios de la servidumbre que los Aybar tenían en Chosica, le había agarrado cariño a la caderona quinceañera. Dos años más tarde, Rocío la hermana mayor del padre de Isaac, tendría un hijo de un cadete de la Marina al que bautizaron, luego de un relámpago e inesperado matrimonio en la municipalidad de Chaclacayo, con unos cuantos parientes no más, porque temerosos de nuevo de las habladurías y de las que dirán de las amistades de ambas familias, optaron por legalizar cuanto antes aquél nacimiento, el rosadito bebe se llamaría Rogelio Urrutia Aybar. El destino quiso que ambos fueran por esas calamidades que tiene el sinsabor de la inexperiencia de los jóvenes irreverentes, primos lejanos por inesperada circunstancias. Es por esa razón más que por obviar los lazos familiares en común, que desde que optaron por venir a visitar el Perú, jamás imaginaron ir a Lima, ni mucho menos comunicar a nadie de su estadía breve en Perú. Ellos llegaron presentando sus pasaportes de la Comunidad Europea, acreditando ser súbditos Suecos, estado que alcanzaron gracias a esa natural picardía que tenían ambos desde mozuelos, cuando estudiaban en Lima, y por sus locuras de aventureros, supieron engañar a los controles de inmigración de Suecia, al llegar al aeropuerto primero Rogelio Urrutia Aybar, quien se hizo pasar por un perseguido por los militares peruanos del goberino Aprista, y para seguir con el gran plan que habían trazado con esa astuta mente de jóvenes pillos, soltó todo lo repasado, cuando el policía sueco de inmigraciones le pregunto en las oficinas del aeropuerto cual era su nombre; él que media hora antes de que el avión aterrizara en Estocolmo, había roto en pedacitos su pasaporte y la visa de estudiante que le otorgaba la Universidad de Lima, arrojándolo por el inodoro. Lo miró con tristeza digna de una tragedia griega, mientras recordaba el nombre más inverosímil de toda su picara existencia y optando una postura trágica digna de un orate, le dijo: Yo me llamo Urinario Mendoza para servirle a Usted y que viva la libertad. ¡Sí a la democracia! ¡Abajo los militares! Empezó a subirse a la silla giratoria del escritorio del policía, e implorar desde lo alto que por favor los salvasen de los militares corruptos que habían matado a toditita su familia y que con las justas había escapado de un agente encubierto de la policía en el avión comercial de Iberia donde logró huir. El policía sueco le miró como se jalaban los rizos castaños y por más que trató de evitar hacerse el sueco, la lluvia de saliva y baba que Rogelio escupía adrede para darle mas realismo a su comedia teatral, lo apresuró a que terminara firmando los formularios y papeles de asilo a nombre de Urinario Mendoza. Y fue así como dos años después, se le ocurrió traer a su primo con quien solía jugar en los recreos del Markham, a la chapada y fútbol con chapita, y que a decir verdad jamás le importó cuando niño que su primito consentido fuera hijo de una ex domestica provinciana y de su tío el visitador médico. Toda su adolescencia compartieron de todo, a pesar de que no eran vecinos, todos los fines de semana cuando no había escuela, solían visitarse en la casa de Chaclacayo, y se pasaban largas horas leyendo echados sobre el patio del jardín interior, los chistes y cuantos cómics de superhéroes caían en sus manos, que compraban a la salida del colegio, en el quiosco de la esquina. Cuando su primo, se aprendió todo el rollo que tenía que decir ni bien llegara al aeropuerto de Arlanda en Estocolmo, y con engaños motivó a toda la familia y amigos de la Universidad de la Católica a ir a despedirlo al Aeropuerto Jorge Chávez en Lima, ese otoño del 85. Por que se iba de paseo, un paseo que se lo obsequiaba sus abuelos, quienes iban a pensar en aquel entonces, que aquél paseo, regalo de los abuelos paternos por su buen aprovechamiento universitario, esa excursión a las Europas por quince días nada más, duraría toda una vida, pues según los cálculos trazados por su primo mayor en los centenares de llamadas secretas a larga distancia, lo mantenía informado al detalle de todo el plan – “El rollo” - solían decirle, hicieron hincapié sobre todo la parte cuando el avión arribara a Estocolmo, con rumbo a Finlandia. Su primito, tendría que hacer el espectáculo de su vida en la sala de espera y solicitar ser atendido por los policías suecos, ¿Y si no me hacen caso? Le había dicho preocupado, a lo que su primo mayor con toda la concha del mundo, le dijo; ¡tú has lo no más!, que ellos son suecos, ¡Ah, pero eso sí! Tienes que llorar si es que ves que no te creen y te tiras al suelo y lloras como una Magdalena. Pero no hubo necesidad de tirarse al suelo lizo del pasadizo de espera, ni mucho menos llorar como Magdalena, pues una joven policía rubia y demasiado perturbadora para ser la representante del orden, lo condujo a la oficina de Inmigraciones, el mismo looby en el que fue recibido su primo dos años antes, cuando este empezó a gritar; ¡Ayuda, ayuda, los militares del ejército peruano me quieren matar! ¡Muera el chino cojo! Cuando la exuberante policía escandinava le preguntó por su nombre, casi su primo iba a estropear todo el rollo, pues el nombre que le había designado su primo para ese instante le hizo tener ganas de reventar en carcajadas delante de la agraciada policía, pero se contuvo y recordó todo lo que había ensayado en su dormitorio allá en Lima, y dijo: Señorita yo me llamo Meretricio Asencio, pues patroncita. Porque tenían que decirlo así, y su primo lo convenció al remarcarle; es que primito tú si tienes la pinta de Peruano, y a estas mamacitas les gusta la piel autóctona, por eso tienes que fingir ser serrano, para cuando la traductora de migra, te oiga piensa que eres bien autóctono, bien tucto, bien pesuñento y no sé que otros adjetivos, ósea bien peruano en todo el sentido de la palabra y no ser de la capital ni mucho menos optar por aires burgueses, porque ahí si la jodia toditita. Y recuerda que debes olvidarte todo el perfecto inglés que nos enseñaron en el colegio. Aquí tú no sabes inglés, ni mucho menos francés ó español, apenas masticas el español y recordar todas las frases en quechua que aprendiste previamente. De acuerdo. Y así fue su primo fingió y hablo con mote, desde que le sellaron sus papeles de asilo, empezaría a llamarse Meretricio Asencio. Tuvieron que pasar dos años más para celebrar los dos juntos con una excursión a Dinamarca por barco, vía Vikingline, la entrega de sus pasaportes que lo identificaban como miembros de la comunidad Europea. Y otros ocho años más para optar ir de visita a Perú, sin que ningún miembro de su familia se enterarse de su arribo, ¡Ya era hora de ir a consumir carne de tercera! Dijeron ambos, cuando comenzaban sus vacaciones laborales anuales como residentes de Suecia. Y se vinieron con su mejor amigo en común que se llamaba Torbjörn. Optaron por ir a Tingo María y así fue como ellos se hicieron concocidos en Tingo María y admirados en los bares y restaurantes del pueblo, no extrañaban Lima, ni mucho menos a los amigos del colegio, evitaron los sentimientos familiares, pues ellos solo venían de incógnito. Aquella tarde jugaba fútbol, Perú en Japón por la copa Kirí y todas las huambrillas del caserío estaban en la plazoleta, dirigiéndose al bar de Llosa, pues allí habían colocado un televisor de pantalla plana gigante. Ya en la barra ubicados cómodamente en el extremo del estrecho bar comenzaron en el intermedio los del pueblo a preguntarles muchas cosas, porque allí en el pueblo las noticias corrían rápidamente y además de que todos se conocían y la llegada de tres suecos; dos de los cuales tenían pinta de peruanos eran de lo más trascendente en la vida nocturna de ese pueblo, se enteraron que se habían recorrido media Europa central y la mayoría de los asistentes al restaurante esa tarde, la penúltima de su estadía pues debían de volver a su paraíso europeo donde extrañarían de nuevo todas estas cosas que el Perú generoso y hospitalario podía ofrecerles, “Hacer lo que les daba la gana en las calles”. Porque en su Europa estas sociedades no les permitían orinarse ni beber en las calles, ni mucho menos hacer escándalos con meretrices de a cinco dólares el polvo al paso. Ellos felices respondían atentos todas las inquietudes; muy atentos y graciosísimos. Su primo Urinario Mendoza y su amigo Torbjörn quién andaba de arriba para abajo con una chinita charapa bien golosa, que conocieron a los pocos días de llegados, se reían, asombrados y excitadísimos con las revelaciones erótico-sociológicas que la experiencia y el trago sobre la barra, le permitían contarles. Les atocigaron con preguntas que tenían que ver con mujeres como si las huambrillas y todas sus anécdotas nacionales de mujeres ardientes no fueran lo necesarios para aplacar y satisfacer su sed de curiosidad sexual. Fama internacional también tenía la mujer de la montaña, de la selva peruana, que desconocían los moradores del pueblo afectado por la corrupción policial, razón por la cual Urinario Mendoza aconsejó a su amigo Torbjörn que tuviera cuidado con las mujeres del pueblo, - ¡Esas mujeres cuyos corazones tienen más parches desquebrajados que los propios cuartos en un hotel de putas! - Torbjörn entendió lo que quiso decirle su amigo, pero lo que más le preocupaba eran como le observaban y asechaban los policías que estaban de franco en los bares cada vez que iban a refrescarse por el calor con una cervezas bien al polo. Mientras que Meretricio Asencio les contestaba como podía con toda su imaginación abierta y desbordante en recuerdos las mil y tres preguntas con las que le bombardeaban curiosos los pueblerinos de mierda, como; ¿Qué si era verdad que las Danesas se lo aflojaban a sus propios padres? ¿Qué las nórdicas les gustaban los de color por que la tenían de burro? ¿Qué las rusas en exilio no te dejaban hasta que les dieras por el chico? ¿Qué las parisinas les gustaba el trío y si fuera posible la multitud? Y todas esas cosas interesantísimas que la gente muy viajada había tenido experiencia casi en total o menor grado y ¿Qué si era cierto de lo que se oía por Lima acerca de que las Españolas eran como las huambrillas de la selva es decir todas una putas? ¿Cierto que las hembras de cada país Europeo tenían costumbres originales? ¿Qué las alemanas disfrutaban del placer masoquista como si fuera el pan de cada día? ¿Qué las holandesas te echaban cocaína en el pene para hacerte una corneta bien dura? No todos los oyentes y curiosos eran del pueblo, habían muchos Limeños, que confirmaban todo lo que decían ellos, incluso hasta con las respuestas que se atrevía a comentar Torbjörn en un calamitoso castellano, lo curioso era que las charapas sí le entendían perfectamente su mal castellano. Pero las semejanzas eran diferentes que la realidad; estallaron las carcajadas, a la vez que se guiñaban el ojo, ponían expresiones pícaras, en realidad hubo de todo, anécdotas en el asilo, historias de destierros y cotorreos hispano acerca de los latinos, entreverados de política e historias picantes, y entre sendas jarras de cerveza, que esta vez las invitaban los jóvenes limeños que andaban de pasada, pues ellos también conocían de estas cosas porque en sus excursiones al Cuzco y Huaraz, siempre se habían alzado una que otra gringa. Una vez más, como fue la costumbre en los tres meses que se quedaron allí, al día siguiente después de la misa, el domingo al medio día, bajo el horno tropical amazonico, tenían que satisfacer a los parroquianos sus abundantes curiosidades sobre las mujeres de Europa, incluso hasta a la compañera de Torbjörn, la chata Sully, y así fue todo el tiempo que permanecieron en ese pueblo, enseñándoles a los pobres e infelices peruanos que no todas las riquezas hacen felices a las mujeres y que la desdicha de la mujer está en el grado en que los hombres son infieles pero no desleales. El último día de estadía del trío, la chata Sully andaba desbocada y trasnochada por que anhelaba casarse con un hombre europeo, para conseguir la residencia y la doble nacionalidad, y si fuera necesario hasta con una mujer esas que dicen ser lesbianas, todo por salir de su pueblo lleno de cocaleros y narcotraficantes explotadores que solo la quieren prostituir y no le ofrecen ninguna expectativa ni en Lima, ni aquí en su propio pueblo. Porque después de todo la amiga compartida era una mujer de mucho carácter pero lamentablemente demasiado astuta y poco culta que sin embargo siempre lograba todo lo que se trazaba en su vida alegre como estudiante de auxiliar de enfermería, esa china siempre debió estar en Lima y no aquí. Lamentablemente el amigo Sueco de Urinario Mendoza y Meretricio Asencio, ya conocía las intenciones de la china Sully, a pesar de su corta edad, los dieciocho años eran suficientes para haber experimentado todo lo que es una vida ácida y dura. Por lo que todo quedó solo en promesas cuando se regresaron a Estocolmo. Y nunca más se volverían a ver. Urinario Mendoza y Meretricio Asencio con su inseparable amigo que fue el único que siempre supo toda sus verdades al fin y al cabo, regresaron con pena al ver que allí todo seguía igual y nada había cambiado, al menos ellos eran en la medida de sus virtudes unos locos bien unidos y no desunidos como lo eran sus compatriotas orates por conseguir lo que nunca podrían conseguir por culpa de dejarse arrebatar el amor de las manos de una mujer deshonesta o de contraer nupcias alocadas por la preñez estúpida en una primeriza velada con la primera mujer que se le abriera las pierna a un pobre limeño de esos que pululaban en la década de los ochenta allá en Perú, carente de experiencias para evitar ser arruinado de por vida por una mujer machista. Se marcharon sin visitar a sus familias, y estos nunca supieron que aquellos que se fueron del Perú con una visa de estudiante hace más de 12 años, estuvieron en la selva peruana, visitando la tierra que vio nacer a sus respectivos familiares, haciendo realidad todo lo que habían leído años después en un libro de Vargas Llosa, traducido al sueco en la biblioteca de Estocolmo.
Escrito el día miércoles 4 de Noviembre de 1998.
Dr. Alberto: En realidad este no es el cuento el que tú te referías, como bien sabes, esa "Efimera diatriba" pertenece en realidad a una carta que esta incluida a la respuesta de otra carta que escribe una personaje de un cuento mio, que por lo extenso del relato, el cuento es alrededor de 23 páginas tipeadas, no sé si podrá entrar todo en el blog, lo intentaré, si lo logro, pues bienvenida a ser publicada en la web. Disculpa la demora ante todo.
Para Alberto El Cuy : " A los amigos que perdí" Para aquél noble amigo, que todos en algún momento de la vida, tenemos que verlo partir del barrio, para buscarse un mejor FUTURO, lejos del país que lo vío nacer, crecer y desfallecer de completa locura ante las irreverentes y desaforadas acciones mediaticas del destino... Y que ahora las ganas de estrecharlo por querer recordar momentos idos de nuestra exarcerbadas juventudes aún quedan perennizadas por esa gran AMISTAD a lo CASA BLANCA..... grande Cuy, el tiempo transcurre como polvo del olvido pero no cubre tu imperecedero recuerdo en mi alma; eres un noble amigo atravéz del espejo roto de la webcam que impiden que tu auscencia quiebren el conjuro de los que sobran!!! - Dave.-
FELIZ CUMPLEAÑOS, amigo a la distancia aún recuerdo tu prescencia divertida cuando nos ibamos de juerga otoñal!.
4 comentarios:
Desde el blog en apoyo al “Premio Maria Amelia López Soliño” a la mejor bitácora escrita por una persona de la tercera edad, te agradecemos el cariñoso comentario de condolencia dejado en su blog y te animamos a estimular a los más mayores a seguir su ejemplo.
Seguro que ella y tu hermana VITA se han hecho grandes amigas!
Un saludo afectuoso.
Deberias de ver la pelicula Roma, ganadora del festival san sebastian y el de Goya....pondrias cosas de Roma estoy seguro, ademas esa pelicula es como para ti: Bohemio, peregrino y sonhador...
traducido al sueco en la biblioteca de estoclomo: jajajajajajajajajajajaja...que buena maestro...jajajajaja
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